Nos encontramos en un momento crucial de nuestra historia. La crisis multifacética que atraviesa la república exige una respuesta política audaz y concertada, que trascienda los intereses partidistas y se centre en la consolidación de un proyecto de nación. La fragmentación y la polarización social han erosionado la confianza en las instituciones y dificultan la gobernabilidad. Los partidos políticos, antaño pilares de la democracia, parecen haber perdido su capacidad de canalizar y articular soluciones a los desafíos más apremiantes de la sociedad.

En este contexto, una coalición se erige como un imperativo inaplazable. No se trata de simples pactos electorales, sino de la convergencia de visiones y propuestas programáticas, que permitan materializar los anhelos de cambio que la ciudadanía reclama y construir un futuro compartido.

El bloque democrático debe basarse en principios y valores republicanos, en la búsqueda del bien común y en el respeto a la diversidad. Este esfuerzo de unidad debe ser transparente, participativo y respetuoso de las tradiciones, creencias e historia, involucrando a todos los actores sociales, políticos y económicos en la edificación de un proyecto de país que responda a las necesidades y aspiraciones de los peruanos.

El tiempo de una alianza democrática es ahora, no en la segunda vuelta. Es el momento de dejar atrás los rencores y divisiones del pasado, de tender puentes y establecer lazos de colaboración desde esta orilla política.Cuando el amor por nuestra tierra eclipse el odio que albergamos hacia nuestros adversarios, ese día germinará una luz de esperanza que nos guiará hacia un futuro próspero, unidos como una gran nación, extraordinaria e inigualable.