Las confesiones del exjefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), José Luis Fernández Latorre, no hacen más que confirmar todo lo que cualquier peruano pensante sabe hace mucho: que desde un inicio el presidente Pedro Castillo ha sido actor principal de la forma inmunda en que viene siendo manejado el país, bajo el cuento de que este es el “gobierno del pueblo”, cuando en verdad el Perú ha sido puesto en manos de una banda de saqueadores.

Es evidente que Fernández Latorre no es ningún santo. Por año y medio ha sido parte de toda esta podredumbre de la que hoy se quiere desmarcar tras haber ido a parar unos días a la cárcel. Ahora ha decidido hablar, y lo ha hecho de firma muy clara: el jefe de Estado ordenó la fuga de Juan Silva y su sobrino Fray Vásquez, quienes ya estarían fuera del país, al tiempo que sabía que su otro pariente, Rusbel Oblitas, pedía miles de soles y dólares a la DINI.

Así que ese cuento de que el presidente Castillo es un “humilde profesor y agricultor de buenas intenciones, que a veces es víctima de un entorno que se aprovecha de su nobleza”, a estas alturas ya solo se lo deberían creer escuderos incondicionales como Alejandro Salas, Félix Chero y César Landa, quienes con toda seguridad, en su momento, tendrán que dar explicaciones ante la justicia penal.

A propósito, hasta hace pocos días el flamante ministro de Defensa, Gustavo Bobbio, era jefe del gabinete de asesores del Fernández Latorre en la DINI. ¿Este señor no sabía, acaso, de todas las corruptelas del presidente y sus parientes? ¿Desconocía que el profesor estaba detrás de la fuga de un grupo de evadidos que si hablan ante un fiscal lo pueden meter en un grave problema? ¿Este caballero es el nuevo responsable político de las Fuerzas Armadas?

Hoy el Congreso puede salvar al país de seguir en manos de esta banda de saqueadores. Hacen falta los votos de 87 legisladores que quieran a su país y no aspiren a ser cómplices de Castillo, su gabinete ministerial, Aníbal Torres, Juan Silva, los congresistas elegidos por Perú Libre y Juntos por el Perú y demás personajes. Es el momento de librar al país de esta manga de sinvergüenzas que han jugado con las esperanzas y la ingenuidad de los más pobres.