La presencia del “niño” Elvis Vergara en la presidencia de las vitales comisiones de Ética y Fiscalización, así como la de Víctor Cutipa en el grupo de trabajo de Energía y Minas, no solo es una burla a los peruanos y una muestra más de que siempre el Congreso puede caer más bajo, sino una evidencia muy clara de que frente a la Plaza Bolívar todo se negocia, todo se canjea y todo se reparte, pues de no ser así, otros grupos parlamentarios habrían puesto el grito en el cielo e impedido que estas barbaridades queden consumadas.
Vergara es uno de esos personajes que nadie sabe cómo sigue en el Congreso a pesar de todo lo que se ha sabido desde el inicio de su gestión. Él y los “niños” son acusados de haberse vendido a los intereses del corrupto y golpista Pedro Castillo a cambio del manejo del Ministerio de la Producción y otras entidades, donde esta gente podía dar trabajo a sus allegados. El Ministerio Público indica que este negociado permitió salvar al exmandatario y a varios de sus ministros de ser echados a la calle.
Es evidente que la Comisión de Ética ha servido de poco o nada en los últimos años, pues varios “mochasueldos” y demás sinvergüenzas de han salvado gracias a arreglos bajo la mesa. La gente de la bancada de Alianza para el Progreso (APP) conoce muy bien estas movidas. Pero poner a Vergara allí, y además en Fiscalización, es una tomadura de pelo, una burla adicional a los peruanos. Ni quiera se preocupan en guardar las apariencias, como para que la gente no los rechace más en las calles.
Lo mismo sucede con el izquierdista Cutipa en Energía y Minas, pues se trata de un personaje que abiertamente apoya a la minería ilegal, uno de los grandes lastres que arrastra nuestro país. ¿Qué de bueno puede traerle al Perú su labor en el mencionado grupo de trabajo? Esos que extraen oro fuera de la ley, contaminan, explotan a trabajadores y fomentan la trata y la criminalidad, deben estar saltando en una pata de alegría mientras la legalidad sigue siendo burlada.
Pero si en medio de todo esto, alguien se pregunta por qué desde las otras bancadas hay tanto silencio, por qué nadie se opone a este desmadre que afecta a todo el Congreso y al país, la respuesta es simple: todo es parte de una repartija de comisiones. Es un “tú allá con tu gente, y yo acá con mi gente, y nadie protesta”. Después de quejan de que el ciudadano en las calles no los puede ver ni en pintura. Pero lo peor de todo, es que varios van a ir a la reelección y quizá los tengamos que volver a ver.