¿De dónde salió esa operación supuestamente motivacional que genera rechazo y pena? Martín Vizcarra pidió a la población que se sume a la campaña mediática que costará más de 100 millones con un mensaje dirigido “a los irresponsables, que pese al estado de emergencia sanitaria, participan de fiestas en discotecas, celebraciones de cumpleaños y otras reuniones sociales sin respetar el distanciamiento social ni usar mascarillas”.

Si, como dijo, la mayoría es responsable y solo un pequeño sector de la población incumple, no se justifica ese gasto desorbitado para “5,000, 10,000, 20,000, que siguen contagiando y a ellos va esta campaña dura que en forma clara y directa le dice al ciudadano que el Covid no mata solo, sino que necesita cómplices”.

¿El presidente no sabe lo que significa complicidad? Es la participación en un delito y nos está ofendiendo a todos. Para el Código Penal, art 25, cómplice es “quien dolosamente presta auxilio para la realización de un hecho punible, sin el cual no se hubiese perpetrado y será reprimido con la pena prevista para el autor”. Clarísimo. Pero debemos agregar que esta es una nueva muestra de improvisación e ineficiencia del gobierno, ya manifestada durante casi medio año de pandemia.

El Perú ocupa el primer lugar del mundo en mala gestión sanitaria y económica. Nada menos. Y no hay indicios de rectificación ni de propósito de enmienda ni de autocrítica, ni de tolerancia a la crítica y menos de aceptación de propuestas de expertos que podrían ayudar a manejar tan inmensa catástrofe. No, señor. No somos cómplices ni delincuentes, la responsabilidad está en el gobierno que toma las decisiones y no en las víctimas.

Deberían pensar primero en distribuir mascarillas a los más pobres, como pidió acertadamente el Defensor del Pueblo. Con esta campaña siniestra no cambiarán conductas, deprimirán más, lesionarán la salud mental y aumentarán la indignación. ¡Felicitaciones!