En poco más de un mes deberá elegirse al nuevo presidente del Congreso y a los miembros de la Mesa Directiva que lo acompañarán hasta el final de este quinquenio. Sin embargo, sería demasiado “inocente” pensar que la autoridad que tome las riendas va a llegar a poner orden en esa casi agencia de empleos en que se ha convertido el Poder Legislativo luego de estar dos años en manos de Alianza para el Progreso (APP), de propiedad de César Acuña, a través de Alejandro Soto y Eduardo Salhuana.
Lo señalo porque para que APP haya hecho lo que le ha dado la gana, tiene que haber contado con la complicidad del resto de agrupaciones políticas que desde julio próximo no tendrán ninguna autoridad moral como para cortar con todos los vicios, que muchas veces han sido motivo de escándalos destapados por los medios, como es el caso de la Oficina Legal y Constitucional, a cargo de Jorge Luis Torres Saravia, muy próximo a Luis Valdez, hombre fuerte del partido de Acuña.
Precisamente ayer en la Comisión de Fiscalización del Congreso se ha visto el informe elaborado respecto a esta dependencia donde se contrataba a señoritas en base a criterios sexistas y no relacionados con méritos profesionales. Las conclusiones señalan que no hay evidencias de que haya existido una red de prostitución, lo que tendrá que ser corroborado por el Ministerio Público, pero deja por los suelos la forma en que ha sido manejado el Congreso bajo el mandato de APP.
Cómo olvidar también el caso del Centro de Modalidades Formativas, a cargo de Yessenia Lozano, la autoproclamada “hija política de César Acuña”, que se lleva 19 mil soles mensuales tras haber sido propuesta para el cargo por el propio Eduardo Salhuana, quien en los últimos 11 meses se ha hecho el “muertito” ante las escandalosas contrataciones irregulares de militantes del partido por el que aspira ir a la reelección en las próximas elecciones.
Lamentablemente, todos son cómplices de estas indignantes situaciones, primero por el hecho de haber llegado a un acuerdo para que APP encabece la Mesa Directiva otra vez luego de la triste gestión de Alejandro Soto; y segundo, por hacerse de la vista gorda ante hechos escandalosos como los destapados en las dos dependencias mencionadas líneas arriba. ¿O nos van a decir que no sabían nada? ¿A cambio de qué fue el silencio?, ¿de trabajo para los amigos?