A todos aquellos a los que de vez en cuando se les cruce por la cabeza dar golpes de Estado para adueñarse del poder al margen de la legalidad, sea por la razón que quieran contarnos, deberían ver el triste final de personajes como Pedro Castillo y Betssy Chávez, quienes desde la cárcel andan exigiendo libertad, gritando inocencia que nadie cree, anunciando huelgas de hambre que levantan a las pocas horas o incluso diciendo qué hacer con sus restos mortales una vez que partan de este mundo.
Castillo es un personaje patético. Llegó al poder promocionándose como un fiero “revolucionario”, para terminar hablando tontería y media en la sala de audiencias, y diciendo que le duele por acá y por allá, a fin de no asistir a las sesiones de su juicio oral, pese a los más tarde los médicos del Ministerio Público salen a decir que el hombre está bueno y sano, y que no hay ningún problema en que siga siendo procesado como hasta el momento.
En el caso de Chávez, hoy no es ni la sombra de esa mujer dura y aparentemente decidida que confrontaba e insultaba a quien tenía por delante, pese a que estoy seguro que ella y Aníbal Torres fueron los verdaderos “cerebros” de ese fallido golpe de Estado del 7 de diciembre de 2022, pues es evidente que por sus limitaciones en todo sentido, Castillo no pudo ser capaz ni de redactar ese manifiesto que leyó ante el país y el mundo mientras le temblaban las manos.
Por eso, todos esos aspirantes a golpistas que andan rondando por ahí, incluyendo a los dicen no creer en las “pelotudeces democráticas”, deberían ver cómo acaban los que cruzan la línea, rompen el orden constitucional y se ponen del lado de la ilegalidad. Acá no caben esos argumentos ridículos que dicen que “el pueblo me lo pedía en las calles”, “el taxista me dijo que cierre el Congreso” o “lo hacemos para que haya verdadera democracia” o “se hizo para devolverle el poder a los más pobres”.
Es de esperarse que a la brevedad posible y cumpliendo con todos los estándares y garantías como para que nadie alegue “persecución política”, se dicte sentencia contra Castillo, Chávez, Torres y los demás, a fin de que los peruanos dejemos de ver ese espectáculo patético al que estamos condenados desde hace meses. Los golpes de Estado no se pueden permitir bajo ningún concepto, sean de “derecha”, de “izquierda” o de lo que sean. El Perú no está para más de esas aventuras nefastas.