En mis casi 30 años como tutor en el colegio León Pinelo aprendí mucho de mis colegas, psicólogos y especialmente del recordado psicoanalista Marcos Gheiler. Nuestro vínculo profesional y personal nos permitió trabajar, además, muchos años en el Instituto de Gobierno y Desarrollo humano, tratando de combinar nuestros saberes sobre Psicología y Pedagogía dándole centralidad a la persona.

En los encuentros semanales que teníamos los tutores del Colegio León Pinelo casi nunca había un tema predeterminado, salvo cuando era muy necesario. En cada reunión siempre había un silencio hasta que una voz emergente iniciaba la reunión planteando un problema, logro o suceso referido a los desempeños educativos de sus alumnos . Al final Marcos desarrollaba brevemente reflexiones y conclusiones a fin de que encontráramos caminos para desarrollar un buen acompañamiento tutorial a nuestros estudiantes.

Aprendí que la observación, la escucha, el diálogo, la verbalización, la identificación de lo manifiesto y lo latente, la contención psicológica, nos permiten un acompañamiento educativo a los alumnos, el que debe ser cercano, continuo y pertinente. Estas experiencias me llevaron a comienzos de siglo como viceministro de Educación a establecer la Tutoría y Orientación Educativa íntimamente ligada al currículo. Y a crear en el Minedu una Dirección Nacional de Tutoría que se desactivó el 2015,la cual espero la restablezca el ministro de Educación.

Los niños, niñas y adolescentes han regresado a las aulas en marzo, tras dos años de pandemia en que nos hemos movido entre la vida y la muerte, enclaustramientos, dificultades económicas, etc. Ellos han sido afectados en el logro de sus aprendizajes, en su afectividad y su socialización. Los tutores, docentes, padres de familia, auxiliares y demás actores formativos deben tener en cuenta todo lo señalado para acompañarlos adecuadamente, especialmente en su bienestar socioemocional.