En medio de la crisis política, de un nuevo pedido de vacancia contra el presidente Martín Vizcarra y del arranque de la campaña electoral, hay hechos muy lamentables que ocurren y que pasan discretamente ante los ojos de los peruanos, cuando no debería ser así. Me refiero a la muerte, entre el jueves y viernes último, de dos miembros del Ejército y un policía de la Dirección Contra el Terrorismo (Dircote), que cayeron en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem).
El capitán EP Luis Marzal, el suboficial EP Gerson Cabrera y el suboficial PNP Haddler Lázaro perdieron la vida por acción de una mina sembrada por narcoterroristas en la zona de Canayre, región Ayacucho. Los dos últimos murieron de forma instantánea, mientras que el primero, que era el jefe de la patrulla de Fuerzas Especiales llegadas desde Lima, pereció al día siguiente producto de un repentino paro cardiaco en el Hospital de Pichari.
Se sabe que estos valerosos efectivos caídos, junto a los tres heridos y al resto de la patrulla militar y policial, estaban detrás de unos “peces gordos”, lo que hace pensar que pese al incidente y las dolorosas bajas, las fuerzas del orden están cerca de dar con el paradero de los narcoterroristas al mando de los sanguinarios hermanos Quispe Palomino, con lo que se estaría poniendo punto final al accionar criminal de esta banda residual de Sendero Luminoso.
Los peruanos debemos tener siempre presente que allá en el Vraem no solo caen militares y policías como estos tres nuevos héroes que tiene el Perú, sino también que hay muchos civiles, incluyendo mujeres y niños, que viven secuestrados por estos salvajes que siguen con su discurso de la “revolución” y la “guerra popular”, pero que al mismo producen su propia droga o hacen de “guardaespaldas” de otros traficantes a cambio de dinero.
Se ha avanzado muchísimo en los últimos años. El Estado ha ido ganando espacio en el Vraem, y los asesinos se han concentrado en dos zonas (Canayre y Vizcatán del Ene). Falta el golpe final, que en su momento estará a cargo de militares y policías como los caídos, que merecen el respaldo de todos los peruanos que queremos la paz. Su labor es fundamental para acabar para siempre con una de las etapas más negras de nuestra historia.