Las tropas que EE.UU. mantiene fuera de su territorio -casi siempre en lugares estratégicos del planeta-, por ejemplo, en Europa (50,000 soldados) como soporte para la alianza con los países del Viejo continente en el marco de la Organización del Tratado del Atlántico Norte - OTAN, o en el Medio Oriente (65,000 soldados), para servir de contención a las amenazas de sus intereses por el petróleo de esa región, son la mejor expresión para transmitir supremacía planetaria, dado que el rol de disuasión, es clave para no perder la condición de hegemón. Ese solo mérito que inspira poder y respeto, más allá de los costos que representa mantenerlas, refleja el objetivo de la Casa Blanca para hallarse presente en cuanto espacio de influencia exista en el mundo. De allí que, anunciar el retiro de cerca de 20,000 soldados apostados en Alemania, por un tema de incumplimiento de pagos, no resulta una razón de peso. Bien podría ser un pretexto pero nada más. En los últimos años, meses y hasta en el marco de la pandemia, los acercamientos europeos, particularmente alemanes, hacia China y Rusia, no fueron ocultados por Berlín. Aún en ese caso, Washington no debería adoptar una postura reactiva, pero Trump lo hace. Europa es un continente con mucha historia y cultura, pero también es uno de los espacios del globo más vulnerables, por ejemplo, frente al terrorismo, por lo que debe ser protegido. En un escenario conflictual, que nadie quiere, Europa siempre actuará del lado de EE.UU., -su mayor aliado histórico y geopolítico-, por lo que constituye un error que Trump no la empodere.