Los acontecimientos de las últimas horas en Ucrania han desorientado a la opinión pública mundial que creyó el inicio de una progresiva distensión luego de una creciente escalada, volviéndose el espacio geopolítico de Europa del Este uno dominado por la incertidumbre. No creo que vaya a producirse un serio deterioro de las circunstancias que dé paso a una etapa bélica, a pesar de las tensiones diplomáticas y militares. Si, en cambio, creo que Rusia y EE.UU., pero sobre todo Moscú, deben estar buscando un formato atenuado para el repliegue. Los rusos no quieren que les pase lo que los estadounidenses en Afganistán, cuya retirada los ha mostrado como derrotados, impactando en el imaginario del país más poderoso del mundo -sobrevino el recuerdo de la desastrosa salida de de Vietnam en 1975-, y por supuesto en el propio presidente Joe Biden. El mandatario ruso para no repetir ese trágico cuadro se dio cuenta que una retirada de la noche a la mañana luego de haber movilizado hasta 170 mil hombres a la zona de frontera con Ucrania y a los territorios de los países aliados como es el caso de Bielorrusia, ha escogido el modo más solapado. Si miramos con acuciosidad los últimos movimientos militares veremos, por ejemplo, que los imputados bombardeos han sido entre el ejército de Ucrania y las fuerzas separatistas (prorrusos) que habrían vivido algunas más que escaramuzas y donde no han intervenido los rusos. Así, los enfrentamientos entre ucranianos deben verse como excluyentes de la participación de las fuerzas de la OTAN o de Rusia. Por eso, mientras los rusos no tengan una participación directa –lo que Putin cuidará que así sea-, Washington jamás empujará a la OTAN a un involucramiento militar.  La Casa Blanca, más allá de las expresiones de Joe Biden, siempre para las tribunas de la política internacional, advirtiendo a diestra y siniestra de que en caso Moscú decida invadir la región ucraniana del Donbás (provincias de Donetsk y Lugansk), responderán drásticamente, comprendiendo que una guerra será perjudicial en todo sentido, se apresura en buscar una mesa de negociaciones en Europa para llevar y sentar a la diplomacia rusa y buscar una salida a la crisis.  Está claro que Washington y Moscú perderían mucho pero más la menguada Ucrania, por eso no habrá guerra y se ejercitan en el desescalamiento solapado.