Es de esperarse que en las próximas semanas la Corte Suprema de Justicia declaré la ilegalidad de la inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) de la “agrupación política” que en la práctica encabeza el asesino de policías y secuestrador Antauro Humala, quien pese al prontuario y su condena de más de 19 años de cárcel, los cuales no cumplió gracias a Pedro Castillo, aspira, junto con sus seguidores, a ocupar cargos públicos a través del voto de los ciudadanos.
El caso será visto el 14 de octubre y es el Ministerio Público el que ha pedido al Poder Judicial mandar al tacho la inscripción de este grupo liderado por un sujeto cuya “propuesta” a los electores peruanos es fusilar a medio país, hacer estallar la legalidad y el estado de derecho, acabar con la libertad de expresión y algunos otros mamarrachos como imponer una religión “tawantinsuyana” que nos lleve a adorar a los cerros. No es broma, lo ha dicho el propio cabecilla del “Andahuaylazo”.
Estoy seguro que en cualquier país que se respete y que cuente con un Estado serio, una agrupación como la encabezada por Antauro Humala jamás hubiera podido quedar habilitada para participar en una elección. Sin embargo, acá la autoridad electoral consideró que como su nombre y apellido no figuraban en ningún lado de la solicitud, la llamada Alianza Nacional de Trabajadores, Agricultores, Universitarios, Reservistas y Obreros (ANTAURO), no tenía nada que ver con quien en la práctica es el que corta el jamón. Una real tomadura de pelo.
La legalidad no puede ser ingenua. El estado de derecho no puede ser bobo como para permitir que un asesino que viene con una propuesta “explosiva” y letal hasta para la vida de los ciudadanos, acceda al poder por la vía de las urnas. Es verdad que en democracia el ciudadano es libre de elegir. Sin embargo, es tarea de las autoridades hacer un filtro para que más tarde no tengamos a Antauro en Palacio de Gobierno o en el Congreso a una bancada que podría ser denominada la de “los matapolicías”.
Un país que ha sido sacudido por la violencia generada por terroristas y que aún no supera los traumas dejados por esos salvajes que traían como “propuesta” el petardo de dinamita y el tiro de gracia en la sien, no puede darse la “licencia” de dejar una ventana abierta para que gente como Antauro Humala y sus seguidores al menos se acerquen al poder. Ya tuvimos bastante. Los jueces de la Corte Suprema deben resolver y corregir el daño histórico que podría hacerle al Perú el JNE que encabeza Jorge Salas Arenas.