Seis investigaciones fiscales encima y parece que se vienen más. La esposa y los cuñados y sobrinos también bajo la lupa del Ministerio Público. Y la acusación no es poca cosa: cabecilla de una red criminal con epicentro en el mismo Palacio de Gobierno y réplicas en varios ministerios. Por eso las paredes de la Casa de Pizarro -allí donde encontraron 20 mil dólares malolientes pertenecientes a su entonces secretario presidencial Bruno Pacheco- tambalean…

Dueño de un léxico para el espanto y, hasta cuando lee, tropieza con el lenguaje. Es un peligro con el micrófono abierto. Para victimizarse sí resulta perfecto. Expectorado de Perú Libre, el partido que lo llevó al poder y cuyo dueño, Vladimir Cerrón, quien le prestó la devaluada frase “no más pobres en un país rico”, acaba de confesar que no esperaba que el profesor de la tesis con comprobado plagio fuese un “presidente tan malo”. Y es que tampoco tiene dos dedos de frente para rodearse de ministros que lo ayuden a camuflar su mediocridad…

Hace poco sumó tres más (Mujer, del Ambiente y Defensa) y, como bien subraya El País de España, “ha hecho más de 40 cambios en el gabinete en casi 13 meses de gestión”. Todo un récord de desgobierno, en el que tienen protagonismo los sobones y adulones con fajín que defienden lo indefendible y lo acompañan en su letanía para permanecer en el cargo con incompetencia total permanente…

A la PNP, la sagrada institución tutelar que su premier ha puesto por los suelos, también la usa como plastilina porque arma y deforma a su antojo por un capricho evidentemente non sancto. Dicho esto, ¿Pedro Castillo puede seguir siendo el presidente del Perú?

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