Al inicio de la primavera, los antiguos griegos acostumbraban homenajear a Rea, la “madre de todos los dioses”, con regalos y rituales. Según cuenta la historia, estas fueron las primeras celebraciones del día de la madre. Posteriormente, los romanos llamaron a esta celebración “Hilaria” y, con la llegada del cristianismo, estas fechas se convirtieron en la celebración de la virgen María, como “madre” de Jesús. En 1865, la poeta y activista Julia Ward Howe organizó manifestaciones pacíficas en Boston, para destacar el papel de las madres victimas de la guerra de secesión. Sin embargo, fue en 1905 que una mujer norteamericana que nunca fue madre, Anna Jarvis, inicio una cruzada sin tregua, trabajando arduamente para instaurar el día “de las madres” en honor a la suya propia.

La inspiración y motivación, le nació de una oración que su madre compartía siempre con ella: “Espero y rezo para que alguien, un día, reconozca la memoria de las madres y celebrar el servicio incomparable que prestan a la humanidad en todas las áreas de la vida”. Inspirada por el amor a su madre, Anna enviaba cartas todos los años a congresistas, gobernadores y personas importantes para tratar de convencerlos de su iniciativa. Algunos políticos se burlaban de su esfuerzo diciendo que, si se oficializaba el día de la madre, debía también oficializarse el de la suegra. El trabajo, sin embargo, logró su cometido y en 1914 el presidente Woodrow Wilson reconoció oficialmente el día de la madre.

Para quienes tienen madre, hoy será un día especial, 24 horas de las 8,760 que tiene en promedio un año, para decirles lo mucho que las quieren y cuanto significan para sus vidas; para otros, quizá será un tiempo de reconciliación y perdón, un tiempo para limar desencuentros, incomprensiones, y cerrar heridas que la vida convirtió en llagas, una oportunidad para volver a abrazar. Para quienes no tenemos ya a nuestras madres a nuestro lado, será un día de reflexión, de agradecimiento por la vida que nos regalaron, por el cuidado y protección que nos dieron, un día de recuerdos y a veces de arrepentimiento por todo aquello que no fuimos capaces de hacer o de decirles a tiempo, por priorizar la locura del vértigo y la velocidad del paso de los días y no haberles dedicado en vida los momentos que ahora añoramos y quisiéramos recuperar. “No me busques porque me vas a encontrar”, “no es no”, “ordena tu cuarto”, “haz tu tarea” son frases inmortales que todos los hijos guardaremos en nuestra memoria, siempre. Feliz día mama!