Hace pocos días se informó que un congresista propone eliminar, tras casi 30 años, una importante reforma educativa en el Perú, la Evaluación Formativa Escolar, que ha posicionado a nuestro sistema educativo como referente en la región y el mundo. Esta reforma superó la antigua evaluación sumativa, basada en notas de cero a veinte, donde un alumno aprobaba con 10.5 y desaprobaba con 10.4.
Sería un grave retroceso, tras décadas de esfuerzo de la comunidad educativa para implementar una evaluación como proceso que contribuya al aprendizaje mediante recuperación continua y retroalimentación. La evaluación formativa acompaña el desarrollo de los aprendizajes mediante cuatro niveles de logro: AD (Logro destacado), A (Logro satisfactorio), B (En proceso) y C (Con dificultades o en inicio).
Vean lo absurdo de la “evaluación sumativa” que propone el congresista volver a aplicar. Una madre se acerca a un docente en un colegio y le pregunta: “¿Por qué mi hijo tiene 10 en matemática?” El profesor, registro en mano, responde: “En tareas tiene 12, en participación oral 10 y en pruebas escritas 09. En total, suma 31 puntos, al dividirlos entre tres, da como resultado 10.33, es decir “está desaprobado con 10”. Si hubiese obtenido 10 en pruebas escritas, habría alcanzado 32 puntos y al dividirlo entre tres da 10.66, es decir 11, y estaría aprobado”. ¡Los números no engañan!, agregó.
Aquí no se mide el nivel del logro en competencias de aprendizajes, sino una suma mecánica de puntajes. Tres décimas marcan la diferencia entre aprobar y desaprobar, inclusive una décima entre 10.5 y 10.4. ¿Es el tipo de evaluación al que se quiere regresar? Muy mal. Confío en que el Congreso, el Ejecutivo y la comunidad educativa, no lo permitirán.