Un futuro desolador y despiadado es el que le espera a Martín Vizcarra por responsabilidad propia. Sus errores garrafales, la mediocridad de su gestión,  las excentricidades y excesos de su vida privada lo han convertido ya -no es necesario esperar más- en unos de los presidentes más deplorables de la historia.

Una vez destapada la olla de las deslealtades, no dejarán de salir olores nauseabundos de los varios casos de corrupción que se han cocinado durante su gobierno y desde antes, cuando ostentó la gobernatura de Moquegua. Hasta ahora, el poder lo ha protegido pero ese privilegio tiene como fecha de caducidad el 29 de julio de 2021.

Entonces, deberán salir a la luz las versiones de colaboradores eficaces que habrían acusado directamente al ahora jefe de Estado. Recordamos, por ejemplo, la versión de que el ecuatoriano Jaime Sánchez Bernal, de CASA, entregó en el marco de la segunda vuelta de la campaña presidencial de PPK una coima de 450 mil soles.

El fiscal Germán Juárez Atoche tiene allí más de una bomba que podría activar. Pero no son lo únicos.  Una veta digna de explotar es todo lo que ha sucedido respecto a los contratos obtenidos por las empresas de Claudio Vanini y Linda Salas en el Ministerio de Vivienda para la obtención de bonos del Fondo Mivivienda.

Sería muy ingenuo pensar que en esa suerte desmedida poco influyó la amistad que tienen con Mario Vizcarra, el hermano del presidente. Pero habrá carne y menudencia. Quizá en esta última estarán todas las órdenes de servicio y favoritismos para beneficiar al entorno del jefe de Estado o de la propia Miriam Morales por quien -no sabemos por qué- hasta ahora la Fiscalía no emite ningún pedido de prisión preventiva.

El caso Swing, los amigos del tenis o el caso del cuñado podrían ser parte de la chanfainita escondida en el opíparo menú. Por si fuera poco, si este viernes no es vacado, Vizcarra pasará a ser un presidente de ejercicio legal pero deslegitimado social y políticamente, una suerte de the walking dead en busca de su aciaga y definitiva tumba. Un fantasma palaciego deambulará 10 meses entre sombras, lamentablemente, aún con un país a su merced.