El Estado debería garantiza el orden, la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos, y cuando este es incapaz de acometer estas funciones básicas, es como si estuviéramos frente a una enfermedad terminal, un colapso inevitable del organismo social. Así de simple. Cuando a fines de los 80 y principios de los 90 el terrorismo fue capaz de controlar parte del territorio nacional, interrumpir servicios esenciales y hasta atacar con explosivos a la sede de Gobierno, esperábamos lo peor. Un cuarto de siglo más tarde el drama se repite.

Hoy este gobierno, absolutamente ineficaz, nacido de una izquierda elemental, aventurera y sindicalera, nos está anunciando con su total incapacidad para garantizar la vida humana, la pronta la muerte cerebral del Estado.

A la señora Dina Boluarte, primera mujer en ocupar la Presidencia de la República, ya nadie le cree, no solo porque nada de lo que dice se cumple, sino porque lo que dice carece de sentido y de sindéresis. A ella le gustaría compararse con la Dama de Cao, pero no es más que la Dama del Caos y la sufrimos 35 millones de peruanos, pues para colmo de males, ha improvisado gabinetes, no convocando, como es lógico y previsible, técnicos capaces y solventes, sino a serviles, oportunistas y chiflados.

Este gobierno funerario nos ha traído solo muerte y nos anuncia la anarquía. La huelga de los transportistas, que amenaza ser nacional e indefinida, y el malestar total de la ciudadanía, están comenzando a manifestarse y no hay a la vista ninguna solución inteligente al tema de la inseguridad. Ya tenemos por anticipado el desmadre de la violencia homicida que prometen bandas criminales locales y foráneas. Dios nos coja confesados.

TAGS RELACIONADOS