El golpe de Estado de Pedro Castillo ha servido para dejar en un inmenso ridículo internacional en primer lugar a la Organización de Estados Americanos (OEA), que días antes del quiebre institucional emitió un informe de una visita al Perú en que victimizaba al hoy presidiario e insistía en mostrarlo como una víctima. Todo eso se advirtió a la misión que enviaron a Lima, pero el sesgo ideológico pudo más y los hizo patinar.

Otros que están haciendo un tremendo papelón son los presidentes de México. Andrés Manuel López Obrador; de Colombia, Gustavo Petro; de Argentina, Alberto Fernández, y Luis Arce, de Bolivia, quienes han terminado avalando a un golpista mientras otras democracias del mundo han reconocido a Dina Boluarte como presidente del Perú.

En las últimas horas los peruanos hemos tenido que escuchar al colombiano Petro dando unas declaraciones lamentables defendiendo a quien ordenó cerrar el Congreso, tomar todo el sistema de justicia y ordenar detenciones ilegales. Desde estas páginas nuestra solidaridad con los hermanos del vecino país por la clase de mandatario que tienen. Merecían a alguien con credenciales democráticas.

En el Perú la Constitución y las leyes han sido respetadas desde el momento en que Castillo violó el orden que dispone la Carta Magna y quiso dar un golpe de Estado. El que quiera ver otra cosa, es porque el sesgo ideológico no les permite ver la realidad, algo que es lamentable especialmente si se trata de jefes de Estado.