Este 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, recordamos con indignación y dolor a Sheyla Cóndor y Solsiret Rodríguez, víctimas de feminicidios que dejaron al descubierto las fallas de un sistema que no supo protegerlas. Sus nombres se han convertido en símbolos de una lucha urgente contra la violencia de género en el Perú, donde cada día las cifras nos recuerdan que la igualdad y la justicia aún son metas lejanas.

Sheyla, una joven con todo un futuro por delante fue asesinada recientemente por Darwin Condori, un suboficial de tercera de la policía quien, todo esto ante la inacción policial. Solsiret, activista feminista y estudiante universitaria, desapareció en el 2016 en circunstancias que revelaron negligencia por parte de las autoridades y de una sociedad que muchas veces silencia estas tragedias. Sus historias nos duelen, pero también nos encienden la esperanza de que su legado impulse un cambio necesario.

En su memoria, debemos exigir acciones concretas. No podemos seguir tolerando la indiferencia ni los procesos judiciales ni de la policía, que perpetúan la impunidad. Urge un sistema de justicia que actúe con perspectiva de género, protocolos que respondan a las denuncias de manera eficaz y políticas que prioricen la prevención desde la educación.

Hoy, más que nunca, sus nombres nos llaman a la acción. Honremos a Sheyla, Solsiret y a todas las víctimas de feminicidio luchando por un Perú donde las mujeres puedan vivir sin miedo, donde cada niña crezca sabiendo que su vida será valorada y protegida.

Este día no es solo un recordatorio de las vidas arrebatadas, sino un compromiso colectivo con las que aún están aquí. Por Sheyla, por Solsiret y por todas las que no deberían haber partido tan pronto, construyamos un país donde la violencia de género sea parte del pasado.