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Al fiscal chiclayano Juan Carrasco lo llaman el “José Domingo Pérez del norte”. Tiene a su cargo dos investigaciones duras: “Los Wachiturros de Tumán” (con Edwin Oviedo en prisión) y “Los Temerarios del Crimen” (con el exalcalde de Chiclayo David Cornejo en prisión). En ambos hay implicaciones que llegan a políticos, pero en este último el salpicón es más picante: llega a los legisladores Héctor Becerril, Clemente Flores y Javier Velásquez Quesquén.
A Carrasco los políticos aludidos lo han acusado de odio político y de hacer simple show. Signo de estos tiempos.
El caso de “Los Temerarios del Crimen” ha avanzado con velocidad. Carrasco y su equipo de la Fecor (Fiscalía Especializada de Crimen Organizado) han logrado la condenada de 37 personas implicadas en el reparto de obras públicas y coimas en Chiclayo. Pero algo extraño ha pasado en los últimos días.
Pese a que en un primer momento David Cornejo implicó a los congresistas antes mencionados, días atrás, en una nueva declaración ante el fiscal, dijo que lo habían malinterpretado. Los limpió. Para la Fecor, Cornejo cambia su versión por alguna razón.
Paralelamente, la defensa legal del exalcalde había pedido que el caso sea sacado de las manos de la jueza Cecilia Grandez, quien vio el proceso desde el inicio. Sorpresivamente, la Primera Sala Penal de Apelaciones de Lambayeque aceptó y decidió cambiar a la jueza por Leonardo Carrillo.
Carrasco cree que esto afectará el caso, pues el nuevo magistrado necesitará tiempo para empaparse. Hay presos y colaboradores eficaces. Es más, Carrasco considera que es el primer paso para sacarlo del proceso.
Y no suena descabellado. La Fiscalía Superior Anticorrupción acaba de emitir un informe a Lima, a la Fiscalía Suprema Penal, para que dilucide si el proceso debe seguir llevándolo la Fecor o el despacho anticorrupción.
Cambio de despachos, cambio de versiones y entrampamiento. Todo un cóctel con sabor a impunidad.