Hace varios años me encontré en un parque con una leyenda del fútbol de la selección mundialista de los 70.Este extraordinario jugador-también entrenador en ese tiempo- había escuchado un discurso mío, en mi condición de viceministro, en la entrega de premios de un campeonato escolar. En esa oportunidad señalé que en un partido de fútbol se ponen en práctica por ambos equipos capacidades mentales y físicas, en el marco de una práctica futbolística integral.

Me pidió que repitiera las ideas principales de esa alocución a las personas que lo acompañaban. En realidad, se trataba de reiterar, que un partido de fútbol como en un acto educativo cualquiera, siempre hay una previa planificación de la estrategia y las tácticas para afrontar el encuentro donde los dos equipos tienen como misión desarrollar su inteligencia cinestésica o corporal para hacer goles en el arco contrario y, al mismo tiempo, evitar que les hagan goles en su propio arco. Afirmé que ello constituía, a mi entender, el objetivo estratégico de los dos equipos en un partido de fútbol.

Pero, también agregué que para lograr lo señalado, los jugadores además de desarrollar velocidad, resistencia y fuerza según los desempeños específicos que les corresponden, deben aplicar lo enseñado o planificado antes y en el intermedio del partido por sus directores técnicos-profesores, con responsabilidad , flexibilidad y creatividad.

Todo lo señalado, reiteré, tenía sentido si es que los jugadores ejercían “competencias educativas que ponen en movimiento sinérgica y combinadamente, conocimientos futbolísticos con valores-actitudes y dominio de sus emociones en un trabajo en equipo”. Por todo lo señalado, volvimos a coincidir en que un partido de fútbol es un acto educativo ¿Lo asumen así los jugadores, hinchas y espectadores?¿Los partidos de fútbol de Perú con Corea del Sur y Japón son actos educativos?¿Qué dicen ustedes estimados lectores?