Cada 28 de julio nos envuelve una emoción familiar: el rojo y blanco ondea en balcones, se canta el himno con fuerza y evocamos hazañas de independencia. Sin embargo, más allá del ritual, este año nos invita a una reflexión más profunda: ¿qué significa hoy ser peruanos?

No es solo memoria lo que celebramos. Es presente y es promesa. Y en un país herido por la fragmentación, la desconfianza y la incertidumbre, mirar lo colectivo se vuelve un acto urgente. Somos una nación que aún lucha por reconocerse en sus múltiples rostros: costeños, andinos, amazónicos, urbanos, migrantes, jóvenes, mayores. ¿Podemos construir un futuro común sin escucharnos, sin reconocernos?

Fiestas Patrias no debería ser solo una pausa con desfiles y feriados, sino una oportunidad para retejernos como comunidad. Para dejar de ver al otro como amenaza y empezar a vernos como posibilidad. Para comprender que el Perú que soñamos no nacerá solo desde el Estado, ni desde un solo sector, ni desde el resentimiento. Nacerá cuando entendamos que lo colectivo importa más que la rabia. Que la dignidad del otro es también la mía.

Este 2026 elegiremos nuevas autoridades. No hay gesto más patriótico que votar con conciencia. No por el menos malo, no por cálculo, sino por quienes representen una visión de país que abrace la justicia, el respeto y la capacidad de construir. Porque votar bien no es un acto individual: es un compromiso con los demás.

Construir el Perú que anhelamos requiere mirar más allá del presente inmediato. Requiere memoria, pero también esperanza. Y sobre todo, requiere valentía para actuar con el otro en mente.

Que estas Fiestas Patrias nos impulsen a pensar en grande, elegir con responsabilidad y, por fin, reconocernos como una sola nación. Más despiertos. Más peruanos. Un Perú para todos.