Las legítimas movilizaciones que semanas atrás iniciaron los transportistas ante la evidente ola de extorsiones, amenazas y hasta asesinatos que sufren a diario, la cual tiene que ser atacada por las autoridades, comenzaron a caer en el descrédito una vez que se tiñeron de politiquería barata, especialmente cuando uno de sus dirigentes amenazó con parar en los días en que se llevaba a cabo en Lima la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Asia Pacífico (APEC) si es que no se vacaba a la presidente Dina Boluarte.
Pusieron una pistola en la cabeza al Congreso para que saque del cargo a la mandataria, algo que seguros muchos quisieran debido al triste gobierno que encabeza la señora, pero estaba claro que esa no era la forma. Al final, nadie les hizo caso, la jefa de Estado sigue en su lugar y su paro fue un rotundo fracaso no solo por la escasa convocatoria, sino porque fue aprovechada por políticos en decadencia para tratar de salir del olvido y obtener algún rédito electoral. ¿Vieron, por ejemplo, a Verónika Mendoza en Cusco?
Lamentablemente, los originales reclamos justos de los transportistas terminaron confundidos por estos días con la reaparición de los personajes patéticos de siempre y con algunos intentos por sabotear con violencia la reunión de los líderes de APEC, en San Borja. Incluso el jueves hubo enfrentamientos con la policía cerca del cruce de Javier Prado con Aviación que si bien no pasaron a mayores, provocaron algunos heridos, entre ellos ocho efectivos de la Policía Nacional.
Pese a que los reclamos están hoy totalmente desvirtuados, queda claro que hacer frente a las cobardes extorsiones que afectan a transportistas, bodegueros, pequeños empresarios, emprendedores, es una exigencia al gobierno que no se puede dejar de lado. Es inaceptable que la amenazas, las entregas de dinero por temor a sufrir un ataque, los asesinatos y la colocación de explosivos en las puertas de los negocios sean cosa de todos los días desde hace casi dos décadas.
Sería bueno que los políticos hagan sus legítimas campañas electorales sin subirse al drama de los peruanos de a pie que sufren de extorsiones y ven amenazada su vida y la de sus familias. Además, lo largo de los últimos años esos mismos personajes que hoy vemos “solidarios” al lado de los transportistas, bodegueros y demás, de una u otra forma han ejercido el poder, ya sea desde el gobierno, el Congreso, administraciones regionales o alcaldías. ¿Y qué hicieron?