En la madrugada y parte de la mañana de ayer, una fuerte lluvia cayó sobre Piura e hizo recordar que, a casi tres años del Niño costero, la reconstrucción del norte sigue siendo una promesa incumplida, tanto por la administración de Pedro Pablo Kuczynski como por la de Martín Vizcarra, quien lleva dos años en el poder y ya no tiene a quién culpar por el lento e ineficiente manejo de los recursos que existen para atender las necesidades que dejaron las precipitaciones y desbordes.

Hace pocas horas se ha puesto en vigencia un decreto de urgencia para tratar de acelerar los trabajos de la “reconstrucción con cambios”, aplicando un esquema similar al que permitió hacer obras rápidamente ante los Panamericanos Lima 2019. Con esto se busca reducir los nefastos trámites que todo lo demoran. Está muy bien, pero entonces acá habría que preguntarse por qué no se ha hecho esto antes. ¿Por qué esperar tres años para apurar algo que debió hacerse con rapidez?

Son casi tres años que tenemos a cientos de peruanos viviendo en “refugios temporales” en medio de zonas semidesérticas con servicios básicos limitados, especialmente en los alrededores del distrito de Catacaos, que ayer se ha visto muy afectado con la lluvia que cayó desde la madrugada. ¿Cómo explicarles a estas personas que recién se ha descubierto la pólvora y que desde ahora será posible, entre otras cosas, reducir trámites de 20 a solo tres días?

Apenas ocurrida la tragedia en el verano de 2017, el entonces gobierno de Kuczynski, del cual el hoy presidente Vizcarra era el vicepresidente, parecía tener claro que una de las prioridades de la administración que recién empezaba, sería la recuperación de la infraestructura dañada. Lamentablemente el interés inicial se fue diluyendo en medio del ruido político, al extremo de que hoy existen los recursos, pero no hay avances significativos que mostrar.

Es de esperarse que la lluvia de ayer haya sido un evento climático pasajero y no un adelanto de lo que podría suceder en los próximos meses. Sin embargo, debe hacer recordar a los responsables de este gobierno que aún hay peruanos con nombre, apellido y número de DNI que siguen esperando lo ofrecido, y que no pueden mantenerse aguardando a que la burocracia se ponga a trabajar con la celeridad exigida desde hace tres años.