Si un estudiante que usualmente obtiene 04 en Matemáticas saca 05, algunos dirán que está mejorando. Pero sigue muy por debajo de lo esperado. Así también, el Ministerio de Educación celebra los resultados de la ENLA 2024 con entusiasmo injustificado: apenas se han recuperado niveles similares a los de 2016, y la mayoría de estudiantes sigue sin alcanzar los aprendizajes mínimos.
En 4.° grado de primaria, solo el 32,8% alcanza el nivel satisfactorio en Lectura y el 29,5% en Matemática. En 6.° grado, la situación es peor: solo el 24,9% en Lectura y el 13,7% en Matemática logra lo esperado. Más del 70% de los estudiantes no comprende bien lo que lee ni resuelve problemas básicos, tras seis años de primaria.
¿Y si dejamos de evaluar para empezar a entender? Las pruebas estandarizadas como la ENLA no explican por qué no se aprende. No dicen qué sucede en el aula, qué se enseña (o no), cómo se construyen —o destruyen— los vínculos con el saber. Lo que se necesita no es solo más medición, sino más comprensión.
¿Por qué seguimos repitiendo una y otra vez la misma fórmula esperando resultados distintos? ¿Qué pasaría si el foco no fuera “elevar puntajes”, sino repensar el modo en que las escuelas enseñan y los estudiantes aprenden, en contextos reales y diversos?
Las evaluaciones estandarizadas no explican por qué no se aprende. No indagan lo que ocurre en el aula ni cómo se enseña. Necesitamos menos medición y más comprensión. Mientras sigamos enseñando igual, evaluando igual y reaccionando igual, el fracaso será sostenido y normal igual que el discurso de la culpa de las gestiones anteriores.