La arbitrariedad del Gobierno venezolano se vuelve a manifestar impidiendo la candidatura de la sucesora de Corina Machado: Corina Yoris. En paralelo a los méritos personales y profesionales de la nueva candidata, no es casualidad que su nombre coincida con la posicionada líder de oposición. La estrategia era no perder tiempo en consolidarla durante la campaña presidencial. En esta oportunidad, la candidatura de Yoris se produjo por una inhabilitación de la Contraloría. Como hemos podido comentar, Venezuela cuenta con un “sistema de control de daños y peligros inminentes” al régimen para desbaratar cualquier iniciativa o ventaja que avive el capital político de sus contendores.

A diferencia de dictaduras que cuentan con una Asamblea de partido único, el régimen venezolano se vale de la oposición para brindar una imagen democrática en un contexto de ausencia de libertades civiles y políticas, que se manifiesta vivamente durante las campañas electorales. El candidato de la oposición opera de modo funcional a la dictadura: es libre para brindar entrevistas a medios extranjeros, participar en marchas ciudadanas de protesta, postular en las elecciones primarias, hasta el momento de sumar un capital político que pueda poner en jaque al gobierno u opaque a Nicolás Maduro. Será el momento de activar la maquinaria para sacarlo de carrera durante la campaña electoral, bajo cualquier pretexto, y dejar en orfandad política a la oposición.  Es la historia que se repetirá una y otra vez con diferentes matices, pero similares resultados. La perpetuidad en el ejercicio arbitrario del poder que finge pluralismo y participación política.

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