Ahora que el Perú y Venezuela han reanudado sus relaciones diplomáticas (RD) -nunca fueron rotas- a su más alto nivel, es decir, al de embajadores, se hace mucho más visible el grave error conceptual doctrinario básico del Comunicado Oficial 019-21 del Ministerio de . del 21.09.21, al confundir la naturaleza de la función diplomática de la de carácter consular. El comunicado decía textualmente: “El Perú nunca ha roto las relaciones diplomáticas con Venezuela. Estas relaciones se han mantenido durante las administraciones pasadas y se encuentran actualmente al nivel consular”. La redacción afirmaba de que el nivel consular es parte de las RD, que por cierto nunca se quebraron, y eso estuvo mal. Conviene recordar que las RD y las RC, que se establecen entre dos Estados, no son lo mismo. No se debe mezclar papas con camotes. Las relaciones diplomáticas son de nivel político y las relaciones consulares de nivel administrativo. Así, pues, las vinculaciones al más alto nivel político entre dos Estados, siempre es diplomática y su marco normativo es la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, y las que relacionan a dos países en el más alto nivel administrativo se denominan consulares y el instrumento jurídico que regula dicha vinculación es la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963. Las RC no son de nivel menor que las diplomáticas. No. Son sencillamente distintas. Las RD sí, en cambio, son de tres clases, según la intensidad de las vinculaciones entre los Estados, y se clasifican por los jefes de Misión (Art. 14 de la Convención): a) Embajadores o nuncios acreditados (Es el caso de Richard Rojas), u otros jefes de misión de rango equivalente; b) Los enviados, ministros o internuncios; y, c) Los Encargados de negocios acreditados ante los Ministros de Relaciones Exteriores. Como verán para nada se nombra al nivel consular porque es una cuerda, aunque concomitante, distinta, de allí que las relaciones consulares entre Bolivia y Chile -que no tienen relaciones diplomáticas desde 1978-, aunque estén presididas por diplomáticos de carrera o políticos, éstos jamás cuentan la calidad diplomática. Finalmente, nuestros funcionarios consulares siempre son diplomáticos de carrera -los honorarios no-, y eso me parece bien.