Como casi todo lo que ocurre en nuestro país, tiene que suceder una desgracia para que tomemos conciencia de la precariedad en la que se realizan labores tan elementales como el transporte aéreo.

Fuera de las investigaciones que se deben realizar para dar con los responsables de este accidente que enluta a dos familias y al Cuerpo General de Bomberos del Perú, a quienes enviamos nuestras más sentidas condolencias y acompañamos en su dolor, lo que debe ocurrir es una reorganización de esta actividad, incluida CORPAC, y un análisis de toda la infraestructura aeroportuaria nacional.

Esto pasa por terminar, lo más pronto posible, la ampliación del aeropuerto internacional Jorge Chávez y contar con más de una pista de aterrizaje disponible.

Además, no es posible que el elefante blanco que es el aeropuerto de Pisco sea internacional y no cuente con personal de Migraciones y por ello cientos de pasajeros hayan tenido que ser llevados a otros países.

La desgracia ocurrida en el Jorge Chávez ha demostrado lo peligroso que es que todos los vuelos pasen por este terminal aéreo y existan pocos, y muy costosos, vuelos  entre regiones. Los miles de pasajeros que fueron dejados a su suerte, las familias de los fallecidos y el herido que lucha por su vida, y los usuarios del transporte aéreo merecemos una explicación de esta tragedia y la garantía de que algo similar no volverá a ocurrir.

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