Hoy comienza un nuevo capítulo en nuestra historia nacional reciente sobre la pandemia. Se inicia la vacunación de 150 mil peruanos, que recibirán 2 dosis -la segunda luego de 21 días calendario-, y eso es bueno. Solamente un mezquino o un amargado, creería lo contrario. Pero la vacuna Sinopharm ha llegado gracias a las presiones que desnudaron que no había un solo contrato cerrado, de lo contrario, seguiríamos con una gestión estatal a paso de tortuga, realmente imperdonable.

Desde que el 6 de enero el presidente de la República, Francisco Sagasti, anunció al país que llegarían las vacunas -las fechas fueron cambiadas tres veces-, ha pasado más de un mes para recibir el primer lote. Toda la tramitología para que así sea, debe cambiar radicalmente. Los procesos deben ser extraordinariamente breves como viene sucediendo en otros países, entre los que se cuenta a nuestros vecinos.

Las contingencias por la demora son entendibles excepcionalmente pues por esa razón es que se denominan contingencias, pero en un país donde vamos en trágico camino ascendente en el número de muertos por Covid-19 al día, las próximas llegadas de vacunas al país deben realizarse sin excusas en tiempo real pues debe ser aplicada a más de 23 millones de peruanos.

Cada día que pasa es relevante para definir la vida o la muerte. Mientras se va inmunizando a la población, los miles de peruanos contagiados necesitan con urgencia camas y oxígeno. Tenemos la bendición económica de contar con dinero como para llenar estadios, plazas y parques de camas con todo el kit que corresponda y también con la capacidad adquisitiva como para acordar la instalación de plantas de abastecimiento de oxígeno que requieren los pacientes. Soy testigo del drama que viven entrañables y muy queridos amigos buscando las dos cosas.

Los recientes decretos de urgencia dictados para adquirir insumos médicos y equipos de generación de oxígeno, no pueden ser ganados por la referida tramitología de la tortuga. En estos momentos de urgencia nacional nada debe detener la exigida rapidez de los procesos. Cuando todo pase será el momento para ajustar cuentas. Ahora no.