Todo hace pensar que la “ley mordaza”, que busca incrementar la pena por el delito de difamación para hacer posible que los periodistas vayan a parar a un penal, será enviada al archivo tras la segunda votación prevista para el Pleno de mañana. Sin embargo, el partido del corrupto Vladimir Cerrón sigue empeñado en petardear la libertad de expresión, quizá con el sueño de hacer realidad su “ideario” que no es más que un tratado de cómo llevar un país a la ruina que hoy viven Venezuela, Cuba y cualquier otra dictadura comunista.

Insisten en meter la mano en el contenido de la radio y la televisión privada, con el argumento de que es necesario difundir programación “cultural” y “nacional”. Eso es sin duda apenas una cabecera de playa para que más tarde el régimen de turno haga lo que quiera con la parrilla de los medios. Podría venir, por qué no, la imposición de trasmitir los discursos o las actividades del jefe de Estado o prohibir los programas periodísticos en determinados horarios.

Bastó escuchar la semana pasada a los representantes de las bancadas de izquierda y a la de los “niños” de Acción Popular, para darnos cuenta que tienen sangre en el ojo y que el ánimo de venganza contra los medios que los han expuesto, los lleva a querer aprobar mamarrachos como los que no se veían desde los años de la dictadura del general Juan Velasco, el que con el trillado cuento de poner los medios “al servicio del pueblo”, los convirtió en una sucursal del Palacio de Gobierno que usurpó.

Si así estamos con una bancada de izquierda minoritaria, imaginemos todo el desastre que harían con un grupo parlamentario mayoritario o, lo que sería peor, si es que algún día esta gente estuviera al frente del Poder Ejecutivo. Lo vimos con el golpista Pedro Castillo, pero sus graves limitaciones y la falta de apoyo debido a las broncas internas entre los que ganaron las elecciones, hicieron que el Perú no sea tomado por extremistas como esos que sueñan con una nueva Constitución, aunque no sepan para qué.

Queda a los peruanos estar muy atentos ante los esfuerzos que hacen los radicales para privar a los ciudadanos de su derecho a estar informados. No se han dado cuenta que el Perú no es Venezuela ni Cuba, ni el Junín de los tiempos de Cerrón, en que se hostilizaba a los periodistas y a los medios que fueron destapando la mugre. No lo perdonan, están picones y vienen con todo. Está en su ADN, está en el ideario que presentaron para las elecciones del 2021.