La presidenta Dina Boluarte realiza constantes viajes al interior del país y eso está muy bien. Incluso varias veces ha ido a la ciudad de Trujillo, que es brutalmente golpeada por el sicariato y la extorsión. Sin embargo, debería ir también a las alturas de Pataz donde la minería ilegal actúa con total impunidad usando explosivos y armas contra empresas formales que aportan al país.

De paso, la mandataria podría darle un aventón al gobernador de La Libertad, César Acuña, quien en dos años de gestión solo ha ido dos veces a esa zona caliente, para que así la población, las empresas mineras y los militares y policías enviados a la zona, vea a sus líderes dándoles su respaldo en los momentos tan críticos que viven a causa de la criminalidad desbordada.

No puede ser que uno de los mayores focos de violencia en el país, sea supervisado desde Trujillo o Lima. Deben estar allí, quedarse un par de días, caminar por las calles, hablar con la gente, compartir el rancho con los militares y policías, ver qué necesidades tienen. Eso también es asumir liderazgo en la lucha contra esos salvajes que vuelan torres y matan a trabajadores formales.

La violencia en Pataz ha estallado en este gobierno, que parece estar mirando el problema, creyendo que con mandar más militares y policías se arregla todo. Es momento de ir, se comprarse el pleito, es momento de asumir un liderazgo que hasta ahora no se ve por ninguna parte.