En el Perú tenemos cerca de un millón de venezolanos que llegaron a nuestro país casi con la ropa que tenían puesta y con sus hijos en brazos, huyendo de la monstruosidad del chavismo.

Cualquier cosa era mejor que quedarse en su tierra devastada por la aplicación de políticas como las que ofrece el candidato Pedro Castillo, al amparo del plan de gobierno de Vladimir Cerrón.

Allá no hay alimentos, medicinas ni libertad para a cuestionar al régimen corrupto de Nicolás Maduro, el gran asesino y ladrón que no deja ni dejará al poder por la vía democrática porque sabe que al día siguiente va preso junto con toda su camarilla. Esto pasa en Venezuela por más que acá muchos lo quieran negar. Es la dictadura que Castillo considera “democracia”. Lo ha dicho públicamente.

Habría que preguntarse por el sentir de los venezolanos que llegaron al Perú huyendo del comunismo, para encontrarse ahora en estas tierras rodeados de gente que está dispuesta a votar y hasta marchar en las calles en defensa de lo que ya fracasó con Hugo Chávez y Maduro.

Quedan dos semanas para reflexionar sobre los efectos de un régimen totalitario, que es lo que abiertamente ofrecen Castillo y Cerrón. Lo dicen y está por escrito, así que estamos más que advertidos.