Verónika y Arana: Marcados por Maduro

Tras tantos yerros y colisiones, es indudable que Fuerza Popular ha tocado fondo y que su horizonte electoral asoma sombrío hacia el 2021. Sin embargo, la izquierda debe mirarse el ombligo antes de solazarse con esa desgracia. En los últimos días, la satrapía de Nicolás Maduro ha desnudado claramente la doble moral de esa izquierda y dejado claro que su voz altisonante reclamando por manejos dictatoriales o lucha contra la corrupción solo se levanta cuando es el enemigo ideológico el que navega en esas aguas turbulentas, pero silban, cruzan la vereda y avalan la tiranía cuando del aliado político se trata. Para las bancadas del Frente Amplio, de Marco Arana, y de Nuevo Perú, de Verónika Mendoza, la corrupción de Keiko y de Fuerza Popular es hedionda y aborrecible, digna de la cárcel más ruin, pasible de la más inmisericorde sanción, pero hay que respetar la independencia, guardar distancia y preservar la autonomía si los enjuagues mafiosos, el robo descarado y el enriquecimiento ilícito de Maduro es el que se delata. Para Arana y Mendoza, la de AFF fue la dictadura más horrenda, violadora de los derechos humanos y genocida, pero al fraude electoral, las decenas de asesinatos políticos -como el de Óscar Pérez- y el infierno humanitario con el que el chavismo de Maduro hunde a su propio pueblo hay que pasarlos por alto, entenderlos, y por ello rechazar la intromisión del Gobierno del Perú al reconocer el mandato de Juan Guaidó. Frente al terrorismo de Estado que protegen, habría que recordar que Mendoza y Arana llegaron en el 2016 juntos en una sola bancada -y terminaron divididos como el fujimorismo- a este Congreso, desacreditado no solo por los excesos de la exmayoría, sino por los nexos nunca aclarados de María Elena Foronda con el MRTA o la complaciente propuesta de Rogelio Tucto de amnistiar a Abimael Guzmán. Si Arana y Mendoza van a señalar que las huestes “naranjas” fueron derrotadas y ahora están sumergidas en el barro de la miseria, que no olviden que con su apoyo a Maduro ambos naufragan en el mismo fango de la indignidad.