La viruela del mono ha llegado al Perú. El primer caso registrado en el país ha sido confirmado por las autoridades de salud en un extranjero que ha sido aislado, determinándose los protocolos de acción para evitar su expansión. En realidad, era poco probable que el Perú tuviera la suerte de librarse de contarla dada su imparable diseminación por diversas partes del mundo, habiéndose localizado en más de 42 países de los 193 que hay en el globo.

Científicamente conocida como viruela símica, a la fecha van más de 3500 casos clínicamente positivos y la inmensa mayoría en Europa. No siendo una enfermedad reciente, el primer caso detectado correspondió a un niño de solo 9 años en la República Democrática del Congo en África. Aunque el aumento de la viruela es relevante es bueno recordar que no es comparable al virus de la Covid-19. Es una zoonosis viral realmente extraña pues se trata de un virus que se transmite de los animales a las personas y su campo de expansión históricamente había sido circunscrito en África central y occidental. El virus del mono no tiene condición pandémica pero sí endémica, es decir, su recurrencia es periódica, lo que en palabras sencillas significa que va apareciendo, desapareciendo y volviendo a aparecer.

En mayo de este año, cuando comentábamos de los ecos de la enfermedad, solamente se habían registrado unos 100 casos confirmados y otros 30 de naturaleza sospechosa, y hoy supera treinta veces ese número, por lo que ante esta realidad los gobiernos del mundo -el Perú no es la excepción-, deben dedicar gran parte de sus acciones a la adopción e implementación de políticas de salud para atenuar, mitigar o erradicar el flagelo que suelen causar las enfermedades en los pueblos, sobre todo en los sectores más vulnerables que casi siempre son las poblaciones más pobres.

La Organización Mundial de la Salud - OMS la viene atendiendo con preocupación y sin desdeñarla, dado el aumento de casos que sigue trastocando la agenda de la normalidad social internacional con impacto en la humanidad. Aunque no tiene el tamaño de contagio que el coronavirus, requiriéndose el contacto para contraerla, lo cierto es que, existiendo vacuna contra esta enfermedad, los gobernantes deberían dedicar todos sus esfuerzos para mostrar una actitud mitigadora en lo inmediato y previsora para lo que pudiera seguir.