Uno de los motores del avión llamado Perú es la agricultura, a pesar de los eventos climáticos adversos, recurrentes, históricos y, por tanto, previsibles que tenemos. Sin embargo, nuestro multivariado clima y espectacular geografía, únicos en el mundo, nos deberían convertir en una potencia en ese campo.
Muchos piensan al revés. Dicen que somos un país muy complicado, sin mucho conocimiento y que debemos recibir ayuda de afuera. No obstante, teniendo más del 95% de los climas del mundo y también, para nuestro orgullo, 84 de 117 zonas de vida y 11 ecorregiones naturales en nuestro territorio nacional, en vez de debilidad debemos ver todo ello como fortaleza. Utilizando la simbiosis clima-tierra de manera específica, lograríamos el despegue.
Ello lo podemos lograr con tecnología, adaptándola a nuestro país y no copiándola e imponiéndola. Esa diferencia solo se logra con un conocimiento real del país. Conversando amenamente con un especialista en imágenes aeroespaciales que posee más de 60 millones de hectáreas tomadas del país, con una copa de vino de por medio, concluimos que si conocemos la tierra y el clima, por qué no podemos identificar dónde sembrar la cepa de uva más cara del mundo en nuestro territorio, y así beneficiar a la empresa inversora, al Estado y a la población.
Claro que es posible, y si sumamos la gran cartera diversificada de alimentos que existen en el mundo, podríamos crecer solo conociendo nuestro clima con tecnología, porque el terreno ya lo tenemos identificado.
Si la agricultura es abundante, se pagan impuestos y el Estado podrá atender las necesidades. Además, el vino y la uva estarían llegando a lugares inimaginables. Es cuestión de nosotros de ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Una copa de vino en el momento oportuno vale más que muchas ideas solitarias.