Hoy es el Día Internacional de la Madre Tierra. Se celebra desde 1970 gracias al senador estadounidense Gaylord Nelson, que la propuso para relievar las bondades del planeta en que vivimos. Desde entonces, seriamente poco o nada se ha hecho para preservarla de la contaminación y otros descuidos por la vorágine e indiferencia del propio hombre. Formada hace unos 4,550 millones de años luego de un proceso que habría durado entre 10 y 20 millones de años atrás, la Tierra es el quinto planeta de los 8 que integran el Sistema Solar y el único que hasta ahora ha dado señales de vida gracias a que por un inexplicable privilegio de la naturaleza cósmica, cuenta con las tres capas básicas e indispensables para ella: la atmósfera (gaseosa), la hidrósfera (líquida) y la geósfera (sólida). Se calcula que existen unos 8,7 millones de especies de seres vivos; sin embargo, la mayoría son invisibles y se ha previsto que un mililitro de agua de mar concentraría millones de microorganismos y en un centímetro cúbico de tierra, habría un complejísimo e incontable número de bacterias y hongos, y junto a ellos, confortablemente apostados yacen los virus, que no tienen vida, pero que bien adheridos a los que sí la tienen, se vuelven una cruenta amenaza para la existencia humana, como es el caso del coronavirus. Muchas cumbres y conferencias de la Tierra, dentro y fuera de la ONU, no han atendido las quejas desde las entrañas de la propia Pacha Mama, como llamaban los incas a la tierra, desoyendo las imploraciones de los científicos. Ahora todo eso tendrá que cambiar pues viviendo en carne propia la letalidad del virus Covid -19, la humanidad quedaría en mayor riesgo al saber que del universo de microorganismos, tan sólo se conoce 1% de la diversidad de los que hay en la Tierra.

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