Winston Churchill, el célebre primer ministro del Reino Unido -lo fue en dos ocasiones: 1940-1945 y 1951-1955), ha pasado a la historia universal como uno de los personajes más notables del siglo XX, sobre todo durante la etapa de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), destacando por su marcada influencia en la política interna e internacional de su país para encarar la conflagración bélica planetaria. Nació un día como hoy en 1874 -gobernaba el Perú Manuel Pardo y Lavalle, primer presidente civil de nuestra historia republicana-, a poco de encumbrarse la reina Victoria como Emperatriz de la India en 1877. Churchill fue esencialmente un hombre de Estado y en ese marco fue el estadista que muchos países, incluido el Perú, quisieran tener. De una formación humanística impresionante -fue historiador, escritor, militar y ejerció la actividad periodística- este afamado político de notable verso y verbo, simboliza la ecuanimidad y la entereza a la máxima potencia, al guiar con acierto a su país durante la guerra de 1939, preparando a su pueblo y a su rey, Jorge VI. En efecto, la amenaza de Adolfo Hitler jamás amilanó al líder político británico que, ante los avances alemanes, dirigiéndose a la Cámara de los Comunes del Parlamento del Reino Unido al suceder en el cargo a Neville Chamberlain, aquel 13 de mayo de 1940, hizo célebre la afamada frase: “No tengo nada que ofrecer sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. Se opuso a los republicanos durante la guerra civil española confirmando la política de No intervención. Le preocupaba y mucho que España impidiera el paso de la Armada inglesa por el estrecho de Gibraltar. Tuvo carácter y no ocultó su liderazgo en su emblemático encuentro con el soviético Iósif Stalin y el estadounidense Franklin D. Roosevelt, en el palacio imperial de Livadia, en Yalta, Ucrania -anexada por Rusia en 2014-, discutiendo los términos del final de la guerra y las dinámicas del poder que seguían. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1953 y el gobierno de los EE.UU. lo declaró su Ciudadano Honorable. Murió a los 90 años en 1965, cuando ya era reina Isabel II, hija de Jorge VI y gobernaba el Perú, el arquitecto Fernando Belaunde Terry.

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