Antes de asumir la presidencia del Congreso, el parlamentario oficialista Fredy Otárola cuestionaba a sus colegas por no haber designado a los nuevos integrantes del Tribunal Constitucional (TC). Palabras más, palabras menos, dijo que cuando él asumiera la presidencia del Legislativo, el problema del TC lo resolvería en pocos días. Su discurso era como un libro de autoayuda: todo se puede, basta con desearlo. Pero todo se estrelló contra la realidad. Ha transcurrido casi un año desde que Otárola está al frente del Parlamento y no pasa nada. Hasta el momento continúan seis magistrados del TC en funciones, pese a que sus mandatos ya vencieron hace años.

Fredy Otárola, lejos de lanzarse a la acción, se distrajo en el letal estilo político argentino de las discusiones, los tironeos, las broncas, los arreglos bajo la mesa, etc. Entonces todo se demora, se dilata. Debía ser consciente de que más allá del deseo, la voluntad y el esfuerzo, había que sumarle imperiosamente la rapidez en la acción.

Por ello, el presidente del TC, Óscar Urviola, ha sido muy crítico con la frustrada elección de los nuevos miembros de esa institución, la semana pasada, y ha pedido a los congresistas dejar de lado el cálculo político. "Me parece muy raro que se pongan de acuerdo para designar el cielo del Perú con el nombre de un héroe y no para algo tan importante como los nuevos integrantes del TC", dijo.

Después del tiempo de reflexión por Semana Santa, esperemos que los congresistas asuman que lo único que vale en estos momentos es el consenso y el acuerdo por encima de los intereses personales o partidarios. Siendo coherentes con ello, podrán resolver el tema del TC, que ya se vuelve un problema crónico.