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El inminente fin de Peruanos Por el Kambio como partido oficialista refleja en el fondo la crisis endógena y estructural que arrastra el sistema de partidos, que la Comisión Tuesta está obligada a reformular. Hay una serie de componentes que este organismo, dependiente del Ejecutivo, debe tratar, como la bicameralidad, la elección de los candidatos, la participación de la ONPE en los procesos internos, las cuotas de representación por jurisdicciones, el financiamiento y las sanciones en caso de recursos con orígenes ilícitos o las dádivas que se ofrecen para camuflar una soterrada compra de votos. Son solo algunas, pero todas estas regulaciones provienen de la esfera técnica, un campo que Tuesta -quizá el peruano más capacitado en temas electorales- y los integrantes de la comisión dominan y para el que están especializados. Hay un aspecto, sin embargo, fundamental y principista que es difícil de implementar en las legislaciones: el ético y moral. Porque finalmente si el CNM terminó convertido en un pantano de corrupción, y si el cáncer hizo metástasis al sistema de justicia, si jueces y fiscales se prestaron para la cuchipanda y la vida de lupanar, y si ahora casi todos los partidos son acusados de ser organizaciones criminales, y si los empresarios del club del diezmo se unieron pletóricos a la comparsa de la indignidad, y si alcaldes, regidores y congresistas se subieron al bus parrandero del soborno y la componenda, no fue necesariamente por una falla en la ley, siempre perfectible, que se puede burlar y horadar, sino por la falta de ética de nuestra clase política, y la ausencia de moral en casi todos los estamentos de la esfera pública y privada. La pregunta es: ¿Y eso cómo lo resolvemos?