Hemos llegado a normalizar los desastres naturales en nuestro país, pero sobre todo normalizar el pésimo manejo estatal frente a ellos. Debemos aceptar que vivimos en un país vulnerable a los desastres: sismos, erupciones volcánicas, huaicos, inundaciones, sequías e incendios. Pero lo que no podemos tolerar es que el Estado Peruano año a año gaste millones de soles en “prepararse” para estos desastres y que todos los años terminemos siempre lamentándonos. Algo debe estar haciendo mal el Estado que se replica en todos los gobiernos.

El presupuesto anual de Defensa Civil y CENEPRED supera los 600 millones de soles, presupuesto más que suficiente para enfrentar los desastres naturales no extraordinarios. A esto debemos sumar los presupuestos descentralizados de Defensa Civil en regiones y municipios, así como las partidas especiales por Fenómeno El Niño. La burocracia ha convertido las instituciones dedicadas a enfrentar los desastres naturales en agujeros negros presupuestales: todo lo que se invierte en ellos se pierden. Pero, ¿cuál podría ser la solución?

Quizás una respuesta rápida podría ser copiar los modelos europeos en donde existe una institución militar dedicada a la administración de recursos (aviones contra incendios, helicópteros de rescate rápido, almacenes con equipo contra inundaciones, etc) y, por otro lado, dejar la acción directa frente a las emergencias a los bomberos. Ellos tienen la experiencia y la cercanía a la ciudadanía para actuar. Así con dos frentes, uno con burocracia reducida dedicada a prestar apoyo de recursos, y otro dedicado a la acción real en campo. Además, queda claro que las municipalidades son incapaces de administrar los recursos. La respuesta podria ser la creación de núcleos ejecutores locales integrados por los vecinos de cada barrio.