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El 27 de octubre, Argentina se consagrará como el país de la indignidad. Ese día, Alberto Fernández, el aliado de Cristina Fernández de Kirchner, ganará la presidencia sin recurrir al ballotage y se impondrá ante la impericia de Mauricio Macri y su cobardía para aplicar una política de shock que sincere una economía devastada por el populismo. Ese día, a la mayoría de votantes argentinos no les va a importar en lo absoluto los claros indicios de corrupción que han convertido a Cristina “K” y a su fallecido esposo Néstor en la más grande pareja de truhanes del continente. No les va a importar que en el próximo Gobierno esta hedionda señorona que suele gastarse 1 millón de dólares anuales en collares, 9 mil euros en sábanas de Pratesi, 100 mil dólares en 20 pares de zapatos o 20 mil dólares en un Rolex se haya levantado medio país a lo largo de 12 años de fechorías. Con su nauseabundo voto, ese pueblo abdica de sus valores para permitir que una sabandija prolongue su inmunidad como vicepresidenta de un país que alquiló su decencia. ¿Allí también la voz del pueblo es la voz de Dios?, preguntamos. Porque la apuesta de todos los votantes de los Fernández es, finalmente, el canje. Entregarán su voto a cambio de mantener las gollerías que el Estado les pueda brindar, marcarán la “x” sobre el símbolo que les asegure mantener los subsidios a la energía, al transporte, a la educación privada, a la salud, al desempleo, a la compra de autos y a la construcción de casas. La Argentina votará por la Asignación Universal por Hijo (AUH) -dinero por cada hijo menor de 18 años-, por la Asignación por Embarazo -dinero para madres gestantes mayor a 12 semanas-, por la Asignación por Ayuda Escolar -1700 pesos por cada hijo en edad escolar- y por el 4% del PBI que destina el Estado a financiar la provisión de gas, electricidad, agua y transporte público. Votará por la holgazanería y la vida fácil, por la asfixia fiscal y el sometimiento al FMI, por la inflación implacable y la urgencia de dólares. Allá ellos. Aquí, ese modelo nefasto que proclama la izquierda, no pasará.