El 23 de enero de este año asistí, invitado por la Derrama Magisterial (DM) y el SUTEP, a una ceremonia de homenaje a maestros que habían cesado al finalizar el 2024. Los colegas docentes pasaron momentos festivos y de confraternidad.

Personalmente, como docente cesante, lo que deseaba cercana y personalmente era conversar con los maestros asistentes. Me interesaba ver y escuchar sus manifestaciones de colega a colega. Lo primero que pude apreciar es que la mayoría de los 7200 afiliados ya había recibido el Fondo Previsional de sus aportes con intereses en la DM, los cuales en promedio me decían, estaban alrededor de 23 mil soles cada uno. Igualmente, varios me mostraron sus resoluciones de cese donde se les otorgaba su CTS que ascendía en promedio a más 100 mil soles (pero en el papel, pues su efectividad era aún en esa fecha una interrogante). Lo dramático es que educadores de la cuarta y quinta escala en la Carrera Magisterial que hasta diciembre podían recibir en promedio más de 4 mil soles, ahora lamentablemente no iban a superar los mil soles mensuales.

¿Es justa una pensión miserable para maestros que han dedicado su vida a sus alumnos? ¿Qué valor tiene la “meritocracia magisterial” para ellos? ¿Por qué hay profesionales cuyas pensiones siguen siendo similares a sus haberes cuando están en actividad?¿Por qué un profesor de colegio o instituto debe jubilarse a los 65 años en su plenitud profesional?¿Por qué no mantienen el haber alcanzado? ¿Qué pasó en el Congreso con un proyecto de ley de la congresista Flor Pablo para que los méritos prevalezcan? En el Perú ser maestro cesante te convierte en un profesional injustamente tratado por el Estado. Esto debe cambiar urgentemente.