En la vida internacional los actores estatales no tienen la misma connotación. Eso significa, entonces, de que ningún jefe de Estado del planeta que pudiera ser infectado con el Covid-19, podría ofenderse o sentirse desairado si la atención mundial estuviese centrada en el mandatario estadounidense en caso diera positivo.

Es un asunto de puro poder internacional, sea político, económico, etc. De allí que si este último escenario se consumara, la pregunta que muchos se harán será ¿Qué impacto -más allá del preocupante estrago en la salud del presidente-, produciría en la política nacional e internacional, que se encuentre en esa vulnerable condición?

No es descabellado creer que eso pudiera pasar pues algunos miembros del entorno de Trump en la Casa Blanca, acaban de ser confirmados con la enfermedad. Un escenario así por primera vez podría neutralizar al presidente, no solo poniéndolo en obligatoria cuarentena en casa o en un hospital, sino, además, mostrarlo primariamente derrotado pues Trump ha tenido una abierta reticencia hacia la pandemia, soslayándola en todo momento, al resistirse a usar mascarillas, previsoramente.

Si Trump decidiera colocársela, sus detractores tendrán la foto ideal para presentarlo como un presidente recalcitrante y por esa razón, como el mayor responsable del impacto del coronavirus. En otro escenario, enfermado por el Covid-19, y a la fecha con cerca de 80,500 muertos y más de 1,4 millones de infectados en todo el país, será muy difícil que pudiera revertir el ascenso de la curva política de una derrota electoral.