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Yalitza Aparicio, 25 años, maestra recién graduada, “Cleo” en la premiada cinta Roma, joven nacida en Tlaxiaco (Oaxaca-México) orgullosa de sus raíces, de ser quien es. Actriz por naturaleza, debutante en la industria del entretenimiento, “show bussines” también le llaman, nunca imaginó que sería parte de ella, nadie le había advertido que esta tiene de halagos, aplausos, mucha adulación, pero también de envidia, golpes bajos y miseria. En la ficción es una nana que cuida niños con el amor que tendría por los suyos, es parte de la familia, pero tiene sus límites, los que le pone la señora de la casa, hasta que ambas, sin buscarlo, terminan hermanadas en el dolor y la pérdida. Una historia entrañable, conmovedora, que le ha merecido a su director, guionista y productor Alfonso Cuarón todos los premios, que también le han alcanzado a Yalitza, que aún incrédula viaja por el mundo presumiendo el cuento de hadas que está viviendo. Pero en la vida real, no hay princesas ni hadas madrinas que cumplen los sueños y alejan el mal, ni menos entregan dones de varita mágica de por medio. Hay mucho clasismo, envidia, racismo que está metido muy dentro de mucha gente que no quiere finales felices. “Pinche india, que solo dice en la película, ‘sí señora, no señora’, no se merecía la nominación al Óscar”, dijo sobre la joven en un video que se viralizó hace algunos días su paisano Sergio Goyri, veterano actor de telenovelas de Televisa. No hay disculpas que valgan, pero las dio, él solo se las cree, pero su actitud evidenció lo que muchos piensan y lo dicen bajito, o entre cuatro paredes para que nadie lo escuche. En pocas palabras, Yalitza, para muchos de sus paisanos, no merece nada, aunque traten de maquillar su opinión de mil maneras apelando a su poca experiencia en la pantalla o que no estudió actuación. La verdad desnuda y cruda es que para muchos, una mujer como ella no tiene derecho ni al éxito, a la superación, ni a demostrar que puede de igual a igual con cualquier actriz del mundo, el prejuicio vale más que el sentido común solo por el hecho de ser una mexicana sin los estándares de las figuras de la televisión y el cine con el estereotipo hollywoodense. México duele por ese racismo enquistado, que donde esté no nos hace avanzar como sociedad igualitaria, humana, solidaria. ¿Pero cómo vamos por casa? ¿No estamos por aquí igual que nuestros paisanos? Mirémonos en el espejo del otro, creo que esta vez es más que necesario.