La llamaremos Eugenia. Peruana, migrante, luego de 20 años en España decidió regresar a Lima. Se fue sola, regresó casada, con hijo y pareja. Encontró una ciudad diferente, digamos que no le gustó. Caótica, alejada del urbanismo europeo. Agresiva. Siente temor a pisar las calles. Y, aunque la frase suena hecha, es real: se siente extranjera en su propia ciudad.

Dos décadas no pasan en vano. En Madrid perdió su empleo, batalló por quedarse pero no lo logró. "Regresar fue mi última opción", dice en Lima. La crisis económica le pasó factura y hoy trata de reconstruir su historia en la capital del Perú.

Su caso es el de 250 mil compatriotas que retornaron al país en los últimos 12 años, motivados por la crisis en Europa, Estados Unidos y Japón. También por el endurecimiento de las políticas migratorias como la Ley Arizona y la mejora económica del país, explica Fernando Quiroz Campos, representante del Ministerio de Relaciones Exteriores.

La cifra de retornantes todavía no es significativa, comparados con los tres millones de connacionales que viven en el extranjero (ver gráfico). Tres millones representan tres veces la población de San Juan de Lurigancho, el distrito limeño más poblado del país. Son una masa importante que en 2013 envió US$2.700 millones por concepto de remesas, cifra que pese a la crisis económica internacional se mantiene y no ha disminuido durante los últimos tres años. ¿A qué se debe?

"En promedio, el peruano en el extranjero ha sabido mantener su empleo o trabaja más. Esto explica por qué las remesas no han subido ni han caído, como sí ha ocurrido en El Salvador y México", explica el economista Jorge González Izquierdo.

En El Salvador las remesas representan el 25% de su producto bruto interno (PBI). En México son el 15%. Estos países tienen el número más alto de dichos envíos. Todo lo contrario ocurre en el Perú, donde el dinero que mandan los expatriados en el extranjero solo es el 3% del PBI. "La incidencia de este envío todavía es muy pequeño en nuestra macroeconomía", señala Izquierdo.

¿EN QUÉ INVIERTEN? Este dinero que viene desde el exterior -explica el profesor de la Universidad del Pacífico- se gasta de tres formas: educación, salud y alimentación. "El 70% de los envíos se gasta en los dos primeros casos", dice el economista y explica que los familiares de la persona que migró, al parecer y en promedio, satisface sus necesidades básicas en el Perú, por lo que privilegia el gasto del dinero en carreras universitarias o va para el pago del colegio.

¿De dónde viene esa plata? Estados Unidos (34,5%), España (12,4%), Japón (8,9%) e Italia (7,8%). Le siguen Chile (7,5%) y Argentina (5,2%). El valor promedio de los envíos remitidos el año pasado fue de US$350. El 90% de las remesas son en dólares. Un pequeño saldo es en euros. Cabe señalar que el año pasado los envíos hacia América Latina y el Caribe totalizaron US$61.300 millones.

Pero dejemos atrás el tema monetario y pensemos qué sucede con la persona que decide volver, como Eugenia. Ella, quizá, es ejemplo de alguien que logró superar los duros momentos posretorno. Luego de dos años en Lima logró adaptarse, logró comprar un departamento en un distrito al este de la capital y, en gran medida, le va mejor que a otros compatriotas que vuelven con la sensación de fracaso, y siguen sin empleo.

¿Cómo se reincorpora a la sociedad el peruano que retorna? El representante de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), José Hernández de Toro, acepta que su situación es muy complicada. "Regresar después de 10 o 15 años es un choque cultural muy fuerte", explica.

"Son personas que viven en vulnerabilidad. Estuvieron tantos años afuera que la opción de volver era su último recurso. Intentaron soportar la crisis, y cuando ya no les quedaba nada más vienen. Necesitan mucho apoyo para acceder a un empleo o poner un negocio. Porque están siendo acogidos por sus padres, por sus familiares. No tienen vivienda propia y están con carga familiar, y a todo eso se le suma el choque cultural, el desconocimiento de una nueva ciudad. Vienen con una carga psicológica fuerte porque se quedaron en el paro (desempleo en España) o no tienen ayuda", afirma, y asegura que los que regresan se encuentran con un duro golpe cuando piensan que van a tener un salario equivalente al que tenían en el exterior o creen que las cuestiones laborales serán iguales acá que allá. Nada de eso. Todo es distinto. Poco similar a las ciudades de donde provienen: Madrid, Barcelona, Milán y Roma. O Santiago y Buenos Aires.

Siempre la reinserción es complicada. Motivado por ello, diferentes instituciones se preocupan debido a su alto grado de vulnerabilidad. Desde el Estado peruano se promulgó el 14 de marzo del 2013 la Ley N.° 30001, Ley Reinserción Económica y Social para el Migrante Retornado. Sin embargo, recién fue reglamentado hace seis meses. Durante este período se han recibido 1.500 solicitudes de peruanos que buscan acogerse a los incentivos y acciones que propicia esta norma y buscan una adecuada reinserción económica y social en el país.

Lo mismo ocurre con un proyecto de la OEI denominado "Ventanillas Únicas", destinado a las personas que hayan vivido en Europa y que regresan desde 2012. Les ofrecen ayuda social y hasta búsqueda de empleo. Este proyecto se desarrolla en ocho países además del Perú, Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Uruguay. Incluidos España e Italia.

Así las cosas, la situación se muestra complicada para quienes deciden regresar. Sin embargo, las opciones aparecen. Siempre hay una oportunidad cuando se piensa en volver.

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