ANAR: Cada día, 34.9% de niños son castigados físicamente en el Perú
ANAR: Cada día, 34.9% de niños son castigados físicamente en el Perú

En el 2015, se promulgó la Ley N°30403 que prohíbe el castigo físico y humillante para niños, niñas y adolescentes. Sin embargo, a pesar de la normativa, la realidad es cada vez más dolorosa. El 34.9% de los niños en el Perú son maltratados todos los días, según señala la Fundación Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR). En la mayoría de casos, los victimarios son los propios padres, quienes consideran que las agresiones físicas son una práctica necesaria para educar a sus hijos.

Castigo

Al corregir una conducta negativa, se debe tomar en cuenta la manera de hacerlo, ya que se podría dejar en el menor secuelas imborrables y formarse a un agresor en potencia.

Lorena Pastor, psicóloga y terapeuta especialista en niños y adolescentes, indicó que “los castigos nunca deben ser perjudiciales para la autoestima”. Además, agregó que el término que debe usarse es “consecuencia”. “Es necesario que el niño entienda por qué se da una consecuencia, qué fue lo que hizo y por qué se llegó a ese trato”, indicó Pastor.

¿Modifica la conducta?

Orlenka Plücker, especialista en psicología materno infantil y bloguera de Newborn Mom, afirmó que tanto el castigo físico como el psicológico no es más que la supresión de una actividad. Se trata “de una salida inmediata que no se sostiene a largo plazo y no aporta en nada”, aseguró.

Por el contrario, la especialista indicó que solo crea una relación de autoridad y superioridad del adulto frente al niño, la cual impone el miedo a través del golpe. “No se le da espacio para que el menor pueda hacer el ejercicio de reconocimiento de sus propias acciones y de las consecuencias de las mismas”, enfatizó la experta.

Consecuencia

Además de dañar la autoestima, el castigo físico o psicológico genera que la conducta siga un rumbo desfavorable. Al respecto, Plücker explica que “al no dar el niño una explicación, este sentirá el doble de curiosidad o buscará salirse con la suya; esta conducta terminará desarrollándose en una mentira. Así, cuando el niño se convierta en un adolescente y pase por alguna situación, antes de acudir a sus padres es posible que acuda a personas que vayan a llevarlo por salidas que no lo van a beneficiar”.

Pautas

Se pueden asignar al niño actividades que no son comunes a modo de castigo o consecuencia. “No solamente quitar algo que le guste, sino asignarle algo que no le guste. Yo recomiendo que los padres manejen el sistema de economía de ficha, que le permite al niño ir acumulando cierta cantidad de puntaje negativo o pérdida de puntos. Cuando el niño pierde una cantidad de puntos, se le asigna un castigo o una consecuencia negativa”, detalló Pastor. Asimismo, agregó que el progenitor debe darle la oportunidad al niño para que regule su conducta. En el caso de la mentira o del golpe de un pequeño hacia otro, se puede permitir el castigo inmediato sin la necesidad de un sistema de puntos.

Otra percepción

Para Plücker, lo adecuado sería evitar condicionar al menor con la acumulación de puntos y señaló que “hablar a la altura del hijo y mirarlo de manera horizontal ayuda a que reconozca lo que está sucediendo”. También indicó que el padre debe contar con un adecuado nivel de inteligencia emocional y desarrollar estrategias mínimas de solución de problemas. “Debe saber manejar su nivel de estrés y poder autocontrolarse, fomentando el pensamiento antes que la obediencia”, afirmó. Agregó que luego de que el menor reconozca su falta, el padre debe ser paciente, pues el niño “está aprendiendo a medir sus propios límites”.

Incontrolable

Si la conducta del menor deviene en berrinches y agresiones a las personas de su entorno, es necesario que acuda a un especialista. “Puede ser que haya un problema de fondo, un trastorno negativista desafiante, etc.”, señaló Pastor. En tanto, Plücker afirmó que las reacciones malcriadas de los niños, como cuando pegan o se ponen a gritar, esconden un tipo de requerimiento que no estamos sabiendo atender.

“Un niño que pega está acumulando muchísima frustración y no la está sabiendo encaminar. Nosotros lo castigamos y suprimimos el comportamiento quitándole una actividad; incluso hay casos de padres que validan el castigo físico. Sin embargo, lo único que estamos haciendo es legitimar la mala conducta y no se está yendo a la raíz”, aseveró.