Sin ningún tipo de restricciones por pandemia y con un franco ascenso de turistas nacionales y extranjeros, el último jueves se celebró el Corpus Christi cusqueño, una de las festividades católicas más esperadas en la región imperial, donde miles de devotos y curiosos se concentran en la Plaza Mayor de Cusco, que convierte a la antigua capital del imperio de los incas en el epicentro de la fe y la tradición.

El Corpus Christi se celebra a nivel mundial 60 días después del llamado Domingo de Resurrección, sin embargo en Cusco esta celebración comienza mucho antes, con los preparativos en cada templo de procedencia de las 15 imágenes que llegan en procesión hasta la Catedral de la Ciudad Imperial.

Es así que un día antes del Corpus Christi, se lleva a cabo la denominada ‘Entrada de Corpus’ fecha propicia para juntar a los santos y vírgenes que son preparados por sus devotos para salir en procesión antecedidos por la carroza que conduce la venerada Custodia Católica.

El día de la procesión por Corpus Christi los carguyoc o mayordomos de cada imagen son los primeros en salir al frente, cargando bellos estandartes y detentes, preciosamente elaborados para la ocasión, los mayordomos principales cargan consigo una imagen en miniatura del santo o virgen que representan, esta pequeña efigie es llamada dote.

Tras ellos llegan los danzarines, que marcan el paso a los cargadores que llevan a cuestas las pesadas andas de las imágenes, la mayoría de estas andas van cubiertas de finísimos adornos repujados en oro y plata, lo cual hace que su peso sea considerable, convirtiendo en todo un reto cargar a los santos.

En la cola se hallan los músico y demás fieles de los santos, los carguyoc que invierten mayores sumas en la celebración se pueden dar el lujo de llevar a Cusco bandas enteras provenientes de distintas partes del país.

Uno de los platos bandera en Cusco y que resalta con mayor nitidez durante Corpus Christi es el chiriuchu, que traducido al castellano sería ‘El ají frío’, ya que no se sirve caliente. Este potaje, cuentan los historiadores, data desde la época prehispánica, cuando llegaban al la capital del Tahuantinsuyo, habitantes provenientes de los cuatro suyos, trayendo consigo elementos típicos de su zona, los cuales al final eran mezclados y compartidos.

La historia no miente, y hasta la fecha se conservan los elementos tradicionales de este delicioso plato como la carne de cuy, de gallina, chalona o carne deshidratada de vacuno, queso tostado o cancha cusqueña y finalmente la tradicional torreja, todo esto va adornado con porciones de cau cau o huevera y algas o cochayuyo.

Los historiadores relatan que a la llegada de los españoles vieron con sorpresa que en el incanato sí se llevaban a cabo procesiones, es más, estos actos espirituales incas tenían un significado comparable al que ellos realizaban con sus santos y vírgenes, por lo que instauraron celebraciones como el Corpus Christi, a modo de imponer su religión y extirpar la idolatría que se practicaba en el Tahuantinsuyo.

Pero este propósito no habría funcionado como fue planteado en un inicio, sino se transformó en una simbiosis, un sincretismo entre lo católico y lo andino, característica que perdura hasta ahora y al parecer no genera ninguna clase de conflicto en medio de la devoción de la gente por sus santos y sus apus tutelares.

DATOS:

-Tras la procesión de Corpus Christi las imágenes son ingresadas nuevamente a la Catedral del Cusco por el lapso de una semana, cuando salen de nuevo en procesión en la ‘Octava de Corpus’ cuando se despiden y retornan a sus lugares de origen.

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