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Manuela Espinoza Curazi, murió en 1972 y el 2 de noviembre de cada año, don Narciso Mendizabal Espinoza llega al cementerio de Laykakota de la Ciudad Lacustre, para agasajar al alma de su querida madre. “Tengo 82 años, y desde el día en que partió no he dejado de venir con mis hermanos, mis hijos y otros familiares, es una tradición que permite también reunirse con la familia para recordar a quienes ya no están con nosotros”, recuerda don Narciso. Doña Manuela, era alegre y dejó en sus hijos el legado de la música, por eso para “engreirla”, su familia baila y canta en su memoria y un conjunto musical matiza el encuentro, mientras arriba el sol, hace más cálido el momento. En otra parte del Camposanto puneño, la familia Vargas se ha reunido para recordar a una de las hijas que se ha ido joven, el equipo de sonido deja escuchar música criolla, la preferida de Margot. En la parte central del cementerio, un grupo de personas ha llegado para dejar flores en la tumba del padre Pepe Loits, quien falleció en julio del año pasado. “Lo recordamos por la obra de bien social que ha hecho en Puno, su alma está también entre nosotros, por eso le hemos dejado muchas flores y ofrendas, además de nuestras oraciones” comenta doña Carmen Quiza.

Paralelamente y en el agetreo de las ofrendas y los rezos, un grupo de familiares escucha la misa, culminada la liturgia, antes del mediodía el momento de la despedida llega. En familia, como una especie de retiro, los puneños vuelven a casa para compartir el recuerdo, de la madre, el padre, el abuelo, la abuela, el hijo, la hija, el primo, la prima o el amigo que ya no está, como cada año en Todos Santos.

En el cementerio de Yanamayo, que es uno de los más concurridos en la Ciudad del Lago, se vio el mismo panorama. Cientos de pobladores con flores y ofrendas en mano, llegaron para despedir a las almas de sus seres queridos. La música y canto es infaltable en esta tradición que se repite en todo el altiplano. “El cariño se mantiene vivo y sabemos que desde el más allá, nuestros seres queridos nos observan y a través de sus almas se reunen con nosotros en esta fecha” contó, José Ccosi.

JULIACA. Cada 2 de noviembre miles de personas llegan a los distintos cementerios que existen en la Ciudad de los Vientos, con el fin de visitar a sus difuntos. En Juliaca existen 13 cementerios, los más importantes son el cementerio Central, Miguel Arcángel de la Capilla, Escuri, Chilla entre otros.

Como todos los años, personal de la Beneficencia Pública desde tempranas horas abrió las puertas de cada uno de los Camposantos a donde los familiares llegaron provistos de flores, ofrendas y bebidas de todo tipo.

“No olvidamos a nuestros seres queridos, que aunque estén muertos físicamente están en nuestros corazones, sus almas están aquí y por eso es en nuestros altares les ofrecemos lo que más les gustaba en vida” refiere Pedro Mamani, quien llegó junto a su familia al cementerio Central. “Es necesario visitarlos y más aún en esta fecha en que las almas llegan, no olvidamos a cada uno de nuestros familiares que perdieron la vida”, contó Juan Molina

Néstor Chura, afirma por su parte, que este tipo de costumbres son importantes porque permite reunirse con la familia. “Estos momentos son reconfortantes, a las almas les pedimos que nos den la fuerza necesaria para seguir adelante, por eso los recibimos con ofrendas, música y mucho cariño” refiere.

AYAVIRI. De la misma forma en la provincia de Melgar, cientos de pobladores acudieron hasta el cementerio general de la ciudad de Ayaviri, con el fin de conmemorar la tradición y costumbre por el día de Todos los Santos.

Las puertas de este Camposanto se abrieron desde tempranas horas, para recibir a familiares de quienes ya no están entre nosotros, llevando flores multicolores, coronas, ofrendas preparadas para la ocasión, consistentes en t’anta wawas, galletas, panes, caramelos, frutas, bebidas y entre otros productos.

Según la costumbre, personas adultas y niños acudieron hasta las tumbas y nichos para rezar para las personas fallecidas, en tanto los familiares de los difuntos otorgaron ofrendas a estas personas; en esta ocasión no falto la música en vivo, la misma que fue interpretada conjuntos musicales, para deleitar - se cree - a los seres queridos.

Los párrocos de la ciudad de Ayaviri, Miguel Coquelet, Julián y Domingo recorrieron todo el cementerio realizando la bendición a todos los difuntos y los familiares que con mucha fe recibieron con agrado lo hecho por los religiosos.

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