Una tarde en su consultorio, rodeado de un grupo de niños de cuatro años, el psicólogo y docente Roberto Lerner tomó el control remoto de la TV y se dispuso a cambiar de canal, cuando de pronto uno de sus pequeños invitados se acercó a la pantalla y la cruzó con su diminuto dedo índice de un extremo al otro. Al ver que nada pasaba el niño se volteó y lo miró extrañado. Incluso podría decirse -por lo que cuenta- que el mocoso estaba indignado.

"¿Para qué sirve esto si no puedo lograr que mi dedo tenga algún efecto?", recuerda el especialista haber pensado en aquel instante, imaginando lo que el asombrado infante pudo haberle dicho si su vocabulario se lo hubiera permitido.

Entonces Lerner -un hombre que reconoce que el control remoto le significó en su momento una suerte de varita mágica- lo tuvo más que claro: "El dedo índice -como lo fue alguna vez el mando a distancia- es el nuevo paradigma de interacción para la 'generación touchscreen'".

ESE DEDO ÍNDICE. La 'generación touchscreen' (de la pantalla táctil, en castellano, o de 'los niños tecnológicos') es un término acuñado por la periodista Hanna Rosin, de The Atlantic, en un artículo publicado en abril de este año y que estaría enmarcada dentro de la llamada Generación Z, sobre la que, si bien no existe un acuerdo de fechas exactas, identificaría a un grupo de personas nacidas después de la Generación del Milenio (Generación Y), aproximadamente entre mediados de la década del 90 y el 2000 hasta hoy. Individuos que llegan a un mundo en donde las tecnologías móviles y de interacción inmediata predominan en la vida cotidiana.

"Y por lo tanto les resultan invisibles, es decir, no piensan en cómo funcionan, simplemente las asumen porque son naturales en su entorno", explica Lerner, destacando una característica de esta generación. Además de tener un pensamiento más visual, buscar la inmediatez y ser menos tolerantes a la postergación.

Asimismo Lerner reconoce en estos niños cierto empoderamiento. "Pueden hacer más cosas, como cambiar un color, una forma o un sonido sin tener que recurrir a nosotros, los grandes, y con tan solo mover su dedito sobre una pantalla. Antes los adultos debían ir, empujar, cargar, jalar. Además de su fuerza, aprovechaban su conocimiento", explica el psicólogo, quien lejos de aconsejar cortar este empoderamiento, recomienda su dosificación.

También confiesa estar más preocupado por la presión que los padres pueden estar ejerciendo sobre sus hijos que en el efecto de las tecnologías en su desarrollo. "Someterlos constantemente a exámenes y terapias, esperando que logren hacer más cosas más pronto, sin dejarles ese espacio importante para el ocio, la libertad de poder rascarse la panza y mirar al techo, de no hacer nada por una razón o un resultado. Eso hace la diferencia", asegura.

SONAJAS POR TABLETAS. No cabe duda de que en el mundo el contacto con las nuevas tecnologías se ha ampliado en cuanto a los grupos sectarios. En la década del 90 este acercamiento se iniciaba a los trece años. Hoy en día se pueden contar entre los usuarios a niños desde los siete. Así como aumentan los pequeños consumidores, también crece el número de padres preocupados porque en algunos casos sus niños prefieren jugar con el 'smartphone' o la tableta que peinar una muñeca o salir a patear la pelota en algún parque.

¿Cómo afecta en el desarrollo de los niños el uso de estas tecnologías a tan temprana edad? Responde Lea Sulmont, educadora especialista en Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICS): "Que pases tiempo con un dispositivo no es bueno ni malo. El asunto está en cómo lo utilizas y el contenido que manipulas".

Según Sulmont, las aplicaciones de los dispositivos 'touchscreen', a diferencia de los programas de computadora, no solo llevan al individuo a focalizarse en un solo aplicativo a la vez, sino que también, en el caso de las aplicaciones educativas, estas permiten mayor manipulación y actividad del usuario.

"Con un buen contenido los pequeños pueden desarrollar habilidades importantes como el reconocimiento visual y auditivo. Hay muchos juegos que permiten reconocer formas y asociarlos a sonidos, y esto es bueno para niños en edad escolar. También hay juegos de coordinación, de palabras y en red para chicos más grandecitos que pueden ser muy interesantes", refiere la especialista.

Sobre el tiempo de exposición a este tipo de contenidos, Sulmont recomienda que no sea muy largo. "Períodos cortos de 20 a 30 minutos por día. Máximo una hora cuando son más grandes. Esto para que los contenidos funcionen, de lo contrario se genera una especie de ensimismamiento del niño con el juguete y, como consecuencia, su desconexión del entorno".

En este punto la educadora coincide con el psicólogo Roberto Lerner, quien también recomienda que la interacción con estos dispositivos y contenidos –fuera de la escuela- sea en un espacio visible. "Me parece importante que los niños que usen este tipo de tecnologías lo hagan en un marco de relaciones familiares en las que no se les presione demasiado.

Donde el adulto tenga un papel cálido y no temeroso. Los grandes debemos acercarnos a esta tecnología y aprender de ella con los chicos también", afirma el experto.

EL CASO PERUANO. Por un tema de consumo, Corea y Japón encabezan el número de niños que tienen contacto con la tecnología incluso antes de llegar a la escuela, que desde la primaria contempla el uso de estos dispositivos. "Ahí tienes a una nueva generación que ha cambiado su forma de relacionarse con la tecnología y de ver el mundo", refiere Maite Vizcarra, experta en TICS y gerenta del Centro de Innovación IPAE.

En Europa, Finlandia es un caso de excelencia en donde la educación está también vinculada a la tecnología. "Además de contar con maestros con un nivel de preparación A1, hay varios elementos interesantes en este caso –explica Vizcarra-. En principio, existe mucha libertad para que los niños autocreen su conocimiento. Es decir: el que enseña ya no es solo un instructor, sino un gran facilitador para que el alumno pueda generar contenidos o, en todo caso, aprenda a discriminar el valor entre uno y otro".

Para las generaciones más jóvenes, como la 'touchscreen', la información y el conocimiento no necesariamente vendrán de boca del maestro en clase. "Es más, en algunos casos se habla de que probablemente en el futuro ya no existirán las universidades. Lo que habrá en cambio es mucha gente creando y compartiendo su propio contenido y conocimiento. Una generación que se estará autoformando. Lo que significa que probablemente sean también personas más proactivas que eventualmente tendrán mayor tendencia a la crítica", asegura Vizcarra.

¿Cómo se revela esto en el Perú?, le preguntamos. "Claramente existen distancias. En nuestro país obviamente hay una brecha digital muy amplia. Y en ese sentido se puede hablar de una generación 'touchscreen' local, pero en una pequeña élite. Como suele pasar, tenemos islas de excelencia –vinculadas a la educación particular- y un gran mar u océano de excluidos. Una de las primeras preguntas que deberíamos hacernos es si el Ministerio de Educación está considerando identificar el uso de la tecnología en sectores más jóvenes de la población, incluyendo a niños dentro del ámbito preescolar".

Según Vizcarra, de no sensibilizar a quienes hacen políticas públicas sobre este tema se corre un gran peligro: que solo quienes tengan la capacidad económica puedan acceder a la tecnología. "Si en el pasado la discriminación se vinculaba con el hecho de poder o no acceder a la educación, en estos tiempos se relaciona el aislamiento social, más que con el uso de tecnologías, con la capacidad de apropiarse de los beneficios que estas generan".

Asimismo señala que el problema no se resuelve solo con equipamientos de última generación. "De nada servirá que los colegios estatales obtengan la tecnología si los maestros siguen teniendo el mismo nivel. Mientras no hayan contenidos de calidad para la educación, esto no funciona", advierte.

En Latinoamérica el mayor caso de éxito en el uso de tecnologías para la educación pública está en Colombia, que lo logró incluso en zonas rurales. "Allá no solo se dieron las famosas 'laptops' económicas. También se formó a los maestros para convertirlos en una suerte de monitores. Darse cuenta de que el trabajo consiste en orientar en lugar de imponer, es un cambio bastante radical", asegura Vizcarra.

Finalmente la especialista, coincidiendo con todos los consultados para este reportaje, invita a los padres de los también llamados 'niños tecnológicos' a preocuparse menos y acompañar más. "Los adultos tenemos que hacer un gran esfuerzo para acercarnos a esos entornos, porque la tecnología es finalmente un gran beneficio para todos", finaliza.