Damnificados de Carapongo aún viven una pesadilla
Damnificados de Carapongo aún viven una pesadilla

El tiempo pasa y cura las heridas, pero para los vecinos de  afectados por los desbordes del río Rímac y los huaicos producidos por El Niño costero el paisaje continúa siendo desolador. A más de 50 días del desastre que les cambió la vida, los pobladores de esta zona de Chosica siguen haciendo frente a la falta de agua, los desagües colapsados, la salud en riesgo, viviendas inhabitables, la poca ayuda del Gobierno central y local y la reducción del apoyo solidario por parte de las personas o empresas.

INCERTIDUMBRE. En Carapongo, las obras de ampliación de la autopista Ramiro Prialé albergaron más de 200 carpas habilitadas por la Municipalidad de Lima para dar cobijo a quienes lo perdieron todo. En la actualidad, solo 51 familias permanecen en el lugar y están a la espera de que su vivienda se encuentre completamente habilitada para retornar. En tanto, otro grupo optó por acampar frente a sus casas, mientras continúan retirando con lampa y pico las capas de barro formados en los interiores después de que el río Rímac ingresara para arrasar con todo a su paso.

“He perdido muebles, artefactos, animales y mi huerto. Vivo más de 20 años aquí con mi esposa, los dos somos ancianos y tengo que sacar el desmonte sin ayuda. No puedo vivir en un lugar así”, comenta entre lágrimas Marcelino Yupanqui de 72 años, quien junto con Eleodora Gonzáles, su esposa, desentierra los muebles, artefactos y animales que permanecen ocultos bajo el lodo seco que supera los 50 centímetros de alto.

Mario Casaretto, jefe de la subgerencia de Defensa Civil de la comuna limeña, informó que los damnificados permanecerán sobre el proyecto vial hasta que se encuentre una solución a su problema. “No hay una fecha límite para que desocupen, no podemos desalojarlos por el alto costo social. Ellos ya se habían retirado (los damnificados), pero un grupo regresó porque están esperando ser empadronados con la promesa de recibir un bono de reconstrucción de mil soles”, indicó Casaretto.

ESCASEZ DE AGUA. No solo la falta de techo es una preocupación. El cuidado de la higiene personal como la preparación de los alimentos corre a cuenta del agua embotellada entregada por donaciones, la que se hace cada vez más ante escasa, pues aún no se restablece el servicio en su totalidad.

“Necesitamos que envíen máquinas para limpiar los pozos de agua que están cubiertos de lodo, pues es un trabajo que no podemos hacer. Hemos hecho el pedido a la Municipalidad de Chosica, pero nos dijeron que la maquinaria para hacer ese tipo de trabajo lo tiene el Ministerio de Vivienda, donde iniciaremos la gestión”, comenta Silvia Fernández, vecina de la Asociación de Propietarios Santa María Baja, mientras prepara lo que será el almuerzo en una olla común sobre un fogón.

El jefe de la subgerencia de Defensa Civil, Edward Pagaza, informó que el servicio de agua potable se restablecerá al 100% en 30 a 45 días, en que Enel (la empresa a cargo del servicio de agua potable) termine la rehabilitación de los canales obstruidos por los huaicos en la localidad de Barba Blanca, la que casi fue sepultada por un huaico.

“Estamos repartiendo el agua de manera gratuita hasta que se restablezca por completo el servicio”, dijo el funcionario, tras añadir que los pozos autorizados por la ANA (Autoridad Nacional del Agua) sí han sido limpiados por la Municipalidad de Chosica, pero no aquellos carentes de autorización.

SALUD MENTAL. Salvar la vida en medio de un desastre natural es una experiencia que deja serias secuelas. Eso lo saben muy bien los vecinos del asentamiento humano 27 de junio, en Ñaña, cuyas viviendas fueron arrasadas por las aguas del río Rímac o dejaron la totalidad de inmuebles en escombros. Los vecinos revelan que sufren pesadillas, cuadros de estrés y depresión, pero los que más sufren de estos males son los niños.

“Primero fueron los problemas estomacales, pues el sistema de desagüe sigue colapsado y no hay baños portátiles, luego fueron los problemas respiratorios y después la piel por culpa del polvo. Ahora vivimos con miedo. Por ejemplo, cuando escucho un roca que es arrastrada por el río me despierto asustada pensando en correr en busca de mis hijos y protegerlos. Sin embargo, los niños soportan la peor parte, porque no quieren ir a estudiar por temor a que el río se vuelva a salir, incluso tienen pesadillas cuando duermen y llegan hasta a mojar la cama. Necesitamos apoyo psicológico, porque después de ocurrido el desastre no se ha acercado el Ministerio de Salud para brindar apoyo”, enfatizó una vecina que pide un poco de solidaridad.

Reubicación

Seguirán viviendo en carpas

Los cientos de damnificados que viven en carpas y precarias viviendas en los diferentes albergues instalados en Carapongo, en Chosica, no volverán a construir casas en las zonas que sean declaradas de alto riesgo por la comisión multisectorial a cargo de la reconstrucción, señaló un funcionario del municipio chosicano, por lo que permanecerán en esos lugares hasta que de determine dónde podrían ser reubicados.

CIFRAS

900 carpas entregó el municipio de Lima a los damnificados.

20 unidades de maquinaria pesada recogieron escombros en Carapongo.

Te puede interesar: