El número de divorcios en el Perú se ha triplicado en los últimos cuatro años, pasando de 2 a 7 por cada 100 matrimonios, según cifras del Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (RENIEC). Este drástico incremento refleja una transformación profunda en la estructura familiar, que plantea una pregunta urgente: ¿cómo mantener un vínculo emocional sano con los hijos después de una separación?
La psicóloga María Elena Escuza, directora de la Facultad de Psicología de la Universidad Norbert Wiener, afirma que la clave no está en la convivencia diaria, sino en la calidad del vínculo emocional.
“Cuando hay afecto constante, coherencia en la disciplina y participación activa, la relación con los hijos puede mantenerse e incluso fortalecerse”, asegura.
Impacto emocional en los hijos
La separación conyugal puede desencadenar una serie de emociones difíciles en los menores:
- Miedo al abandono, culpa y ansiedad por los cambios de rutina.
- Ira y frustración hacia los padres.
- Síntomas depresivos como tristeza, aislamiento o falta de interés.
- Conflictos de lealtad, si se ven obligados a “elegir” entre sus padres.
En ese contexto, la forma en que los padres manejan la separación es determinante para el bienestar emocional de los hijos.
Cinco estrategias para preservar el vínculo afectivo
- Priorizar la comunicación genuina: Más que hablar por obligación, se trata de interesarse realmente por el mundo del niño: sus amigos, sus emociones, su día a día.
- Valorar el tiempo de calidad sobre la cantidad: Bastan 30 minutos de atención plena para marcar una diferencia: jugar, cocinar o simplemente conversar sin distracciones.
- Fomentar la coparentalidad cooperativa: Ambos padres deben actuar como un equipo: mantener normas similares, evitar peleas delante de los hijos y no hablar mal del otro progenitor.
- Transmitir afecto y seguridad emocional: Abrazar, escuchar, validar emociones y recordarles que siempre podrán contar con sus padres, estén juntos o no.
- Ser modelo de resiliencia: Mostrar cómo se enfrentan las dificultades con madurez y pedir ayuda profesional si es necesario enseña a los hijos que los problemas tienen solución.
Lo que se debe evitar
Actitudes como incumplir visitas, interrumpir el contacto sin explicación o utilizar a los hijos como mensajeros entre los padres pueden generar un daño emocional profundo. Hablar negativamente del otro padre o madre genera confusión y culpa en los menores, quienes necesitan sentir que pueden amar a ambos libremente.
“La separación no debe vivirse como una pérdida total, sino como una reconfiguración de los roles familiares. El amor, expresado en actos y rutinas compartidas, puede mantener los lazos más vivos que nunca”, concluye la psicóloga Escuza.
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